HUSOS HORARIOS
Iago Trias De Bes Soler Lluró
A mis 17 años tenía la cabeza en tres lugares: mientras desayunaba en Australia, mi madre se acostaba en Barcelona (-9h) y para Blanca, mi novia de entonces, todavía era un día menos en Seattle (-18h).
Solo había una hora al día en la que convergían nuestras agendas. Evidentemente a esa hora los tres estábamos en momentos, humores y ánimos muy diversos. Qué cómodo sería encontrar un “lugar horario” en el que todo el mundo pudiera hacer y sentir algo a la vez.
Recientemente, “gracias” al Covid-19, sucedió. Pero nada tenía que ver con cómo lo había imaginado yo: para mí era algo alegre y no esta pesadilla.
Sin embargo, si tanto lo pienso es porque, en realidad, ya existe: sucede en Pamplona durante 9 días al año. Desayunas churros a las dos de la tarde, en la mesa de al lado comen un bacalao ajoarriero, rodeados de jóvenes bailando que todavía no se han acostado. En la calle, familias disfrutando de su paseo vespertino y una banda montando una jarana digna de la madrugada del Carnaval de Bahía. Todo en una baldosa. No existe “la hora de…”, cualquiera es “la hora de…”. Por una vez compartimos, en un mismo momento, nuestras distintas realidades.
EL CHUPINAZO
Fernando Barba Hermosillo
Este año, antes del chupinazo no solo se vitoreó a San Fermín; también al san Itario.