XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LO MEJOR, EL CHACOLÍ

Miguel Angel Cordente Triguero

X3Yz sobrevoló la Ciudad encontrándola semejante al fondo de un agujero negro, con humanos en lugar de estrellas. Se alejó hacia el norte, descendió en un lugar que leyó Roncesvalles y se teletransportó a la Ciudad.
Al llegar escuchó un estruendo, luego gritos y animales a la carrera. Miles de humanos vestidos de blanco y rojo lo empujaron. X3Yz se mimetizó, activó sus deslizadores mercurianos y los sorteó. De repente sintió un calor extraño a su espalda, como el bufido de un sol adolescente. Al girarse los cuernos de un animal lo lanzaron al aire. X3Yz revoloteó ante el asombro y aplauso de los humanos.
Minutos más tarde llegó a un coso. Los animales desaparecieron y los humanos se le acercaron exultantes. Lo subieron sobre sus hombros y salieron por la misma puerta que entraron. X3Yz preguntó a dónde y porqué lo llevaban. Nadie le respondió.
X3Yz recuerda a un humano llamando la Alegría de Iruña, otro dijo ser Irrintzi, otro El Bullicio Pamplonés. Luego del ‘Triste de mí’ regresó a su nave, se sentó frente a los mandos.
—Los deslizadores funcionan correctamente en la gravedad del Planeta —tecleó añorando la Ciudad—. Lo mejor, el canto a San Fermín y el chacolí.
 

TARDE DE SUEÑOS ROJOS Y BLANCOS

Juan Carlos Luzardo Morales

Tarde de paños blancos y cuellos rojos. Huele el aire a sangre de toro, a fiesta, a vino y a espera. Se siente en las calles la tensión de las horas. Aguardan los corredores para vencer el miedo y alcanzar la gloria. Esos corazones palpitantes sueñan con cruzar el ruedo en una veloz carrera sin espuelas. Pega el sol con toda su fuerza en la arena, ya los toros braman con deseo, están ansiosos por clavar sus pezuñas en el polvo, morder el aire con fiereza.
Es día de estreno, gran momento del encierro; en el viento ya se escucha el clamor de las bocas. Toda la emoción contenida se ha desparramado en la siesta, la soledad ha huido de los callejones desiertos y las sombras se han refugiado en los expectantes balcones.
No quedan huecos en ese río de carne blanca sembrado de flores rojas. La manada se ha lanzado en sus aguas, piernas y brazos espantan las moscas, el corazón acelerado busca un resuello para seguir respirando. No hay tiempo para pensar, no hay espacio para mirar atrás, es el momento de soñar con pasos de aire y besos de cielo. Siento una honda punzada en mi pecho al escuchar los aplausos.