XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


UN AMOR DE ALTURA

Myriam Munárriz Martínez De Eulate

No nació en Valencia para quedarse a orillas del mar, le esperaban tierra adentro. Pero jamás pensó que el viaje hacia su destino fuera tan horrible. Demasiado calor y oscuridad en el tren que se resolvió con una suave brisa y sol al llegar a Pamplona. Por fin.
Y entonces ella se asomó a sus ojos. La cabeza recortando el cielo y el cuerpo trayendo un color diferente a ese paisaje humano en blanco y rojo. Aquel vestido color oro se enredó en sus pestañas cuando se onduló al compás de un vals. Los pendientes despegaron al igual que pájaros para volver luego a remansar en el cuello. Como un beso.
Pensó, ingenuo, que su murmullo sería enterrado entre las miles de voces y músicas de la banda sonora que envolvía esa ciudad las 24 horas. Sin descanso.
-Te quiero
Ella le miró desde su atalaya. Desde su majestuosidad. Desde sus casi cuatro metros. Y se rió. De él.
Se le pintó un gesto de dolor. Justamente cuando empezó a llover. Si naciste con piel de cartón piedra eso no es bueno porque con el sol el rictus se seca, se imprime, se queda. Así le pasó. Y, desde entonces, le llaman Caravinagre.
 

GOTAS LA LLUVIA.

Amaia Garmendia

Un dia radiante amaneció tras la ventana , el cristal dejaba entrever poca actividad en la calle, nada poco habitual en la mañana del txupinazo. Pamplona parecía una ciudad casi desierta antes de tirar el cohete . Dentro de casa los pantalones blancos , la faja, el pañuelo, la camisa , las botellas de champán. El almuerzo preparado en la cocina, txistorra y huevos regados con vino tinto iban a dar el pre pistoletazo de salida a las fiestas. Los nervios de siempre, el cosquilleo en el estómago que iba a ser mitigado con el almuerzo y el hetilico. Había llegado el tan ansiado 6 de julio. La tele este año no estaba encendida como de costumbre . Dieron las doce ,el pañuelo rojo que anudado al cuello de tantas y tantas personas indicaba el comienzo de las fiestas, las ventanas abiertas para oirnos todos gritar gora San Fermin , un grito por arte de virus se transformó en un nudo invisible que apretaba en la garganta de todos los pamplonicas y las lágrimas en el 2020 regaron las casas y las calles, cómo riegan los campos las gotas de lluvia . Al final la voz cogió arrestos Gora San Fermin viva San Fermin