XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


DE REGRESO A LOS SANFERMINES

Alexander Alonso Cid

Se Iniciaba el mes de Julio, el joven Leandro inicia su viaje a la ciudad de Pamplona. Llega agotado después de nueve horas de vuelo, en pleno canto y baile del “Riau – Riau”. Su tía le prepara el baño al joven, para después ambos irse a descansar.

Por la mañana salen a la calle y la tía le explica en qué consisten los festejos. Se sitúan en unas de las calles del recorrido de los toros, desde Santa Domingo hasta la plaza del Ayuntamiento. La algarabía del encierro, pone al joven ansioso por ver el espectáculo descrito en la obra “Fiesta” de Hemingway. Se acercan los toros, se inclina a verlos pasar. Cerca del joven se detiene un toro y se le queda mirando como para saludarlo, luego sigue su camino. El joven contento e impresionado por el espectáculo solo piensa en la mirada del Toro.

Días después el joven regresa a su casa. Un año después regresa a Pamplona para el inicio los Sanfermines, curiosamente le vuelve a suceder lo mismo con un toro, en la corrida este detiene y le mira fijamente por dos segundos, el joven se pregunta a sí mismo, será él?
 

EFECTO MARIPOSA

María Posadillo Marín

Hoy retumban los cascos a destiempo por los campos del sur, en un galope que no debiera ser. Pero la tierra, que es sabia y no da puntada sin hilo, hace vibrar el suelo y abre grietas por doquier. El trapío de los astados recorre sus entrañas, siempre en dirección al norte, con la precisión de un relojero, para despertar las calles de una ciudad que amanece huérfana de tradición.
Es siete de julio. Félix deambula con la prensa bajo el brazo y el corazón en los pies. Esta iba a ser su última carrera, y el trayecto, desnudo de vallado y gente, no es ni de lejos lo que él esperaba.
Alguien lanza un cohete al aire y el estampido deja un extraño eco de nostalgia. Entonces lo siente. Un familiar cimbreo, provocado por el temblor de los adoquines, atraviesa su cuerpo. La cuesta está desierta, pero sus pensamientos se llenan de adrenalina mientras sostiene en su mano el periódico enrollado. La fiesta está viva, y alguien le mira para recordárselo. San Fermín se ha quedado sin cánticos esta vez, pero él sabe que los sueños permanecen impertérritos al paso del tiempo, igual que la devoción.
El caos no durará mucho más.