MENOS ES MÁS
José Luis López García
Fermín sonríe. Siempre que contempla un cerezo en flor no puede evitarlo. Huele el aire, escucha el trino de sus moradores saltando entre las ramas, se deslumbra por el blanco de la flor naciente. De repente, empujado por el ardor de los recuerdos le sonríe al cerezo e intenta acariciar la corteza veterana de su cuerpo pero las yemas de sus dedos tropiezan con el cristal de la ventana. Ya queda menos, está convencido de que cuando termine el confinamiento todo volverá a ser como antes. Él lo sabe porque tiene más paciencia que un santo y el árbol le ha hecho saber que pronto volverán a abrazarse.
MODELO ANTIGUO
Valentín García Valledor
En aquellas circunstancias, alojado en aquel extraño lugar, atendiéndole personal con ropa e instrumental especial, la verdad es que no tenía demasiadas ganas de activarse. Le hubiese gustado estar con el motor a pleno rendimiento, como se dice coloquialmente. Pero no, todo lo contrario. Lo cierto es que andaba renqueante desde el incidente. Y no solo era él, pues sabía ahora, viéndolos allí, que habían otros con idénticos o peores problemas.
Desde que llegó se había concienciado de querer irse cuanto antes. ¡Ya falta menos!, se decía para darse ánimos. Las manos amigas de siempre no podían tocarlo, ya que el asunto se había complicado. Vamos, que era una labor para especialistas. Y uno de ellos, al tercer día de estar allí, después de un rato palpándolo con las manos enguantadas, se atrevió a diagnosticarlo:
– “¿Cómo lo ves?”, dijo el que estaba cerca del radiador.
– “Hombre, el golpe ha sido fuerte, pero estos modelos antiguos aún tienen la chapa robusta y mantienen una buena mecánica”.
En fin, paradojas del destino, gracias a la edad, por lo que había sentenciado el jefe de taller, estaba casi seguro que tras el grave accidente aún saldría con el chasis y el motor reparados.