Certamen Escalera Edición 4º peldaño


COLOR ESPERANZA

Francisco Larreta

Desde fuera parece menos duro de lo que en realidad es. Pero hace falta estas aquí. Hay que sufrirlo, vivirlo, tocarlo y padecerlo. Te encuentras desbordado. Ya ni miras el reloj porque hace mucho tiempo que los segundos se convirtieron en minutos, los minutos en horas, las horas en días y los días…los días ya ni me acuerdo.
Pero algo no pasa de largo; es la esperanza y las ganas que tiene unos de salir adelante y otros de ayudarles a cumplir ese deseo. Poco a poco, muy despacio, con mucho mimo y cariño se va viendo la luz al final del túnel. Al principio tenía la pinta de esos ojos de aceituna negra con que te miran los perros callejeros cuando estas comiendo cerca de ellos. Luego la intensidad luminosa va creciendo y ya se asemeja a la cara radiante de un nieto con su regalo de cumpleaños.
¡Vamos!, ¡ánimo! Yo voy a poner todo lo que la ciencia me ha enseñado; tú, pon las ganas de vivir y entre los dos, ganaremos.
 

PUREZA EN BLANCO Y ROJA

Eduardo Francisco Muñoz Marín

Salía de casa y no sabía por qué estaba caminando por aquellos adoquines navarros, pintados de vino tinto, algún pintxo deshecho y de promesas de la pasada noche del trece de julio. En muchas sonrisas la gente veía ojos de fiesta, la misma que había escrito el escritor norteamericano hace ya varias décadas. Sin embargo, yo únicamente la veía a ella; la había conocido la pasada noche y no huía de mi corazón. Me acuerdo que me la presentaron aquellos mismos que me invitaron a Pamplona, una ciudad pequeña y bonita del norte, aquellos que ya habían terminado la carrera ese mismo año y me dijeron que este era el mejor año para acudir a San Fermines. no me mintieron. Al fin al cabo eran mis amigos.
Lo dicho, caminaba solitario, el “Pobre de mí” ya se acercaba y este viaje había merecido la pena. Me había enamorado de la ciudad. Me dispuse a correr esa mañana la carrera, la última. Me coloqué enfrente del santo. Ya se escuchaban los cencerros. Corrí, corrí, mis amigos me animaban en Estafeta, llegué a la plaza y la vi.
En ese momento ya podía coger el tren.