Certamen Escalera Edición 4º peldaño


EL ABRAZO

Paloma Hidalgo Díez

Ánimo Valiente. Esta pudo ser la historia de Samantha y Elliot, dos supervivientes del Titanic.
Somos soñadores sensibles, ¡Sincronicemos sueños! Soy serio, sea sabia. Seremos socios sentimentales. Sin secretos, sin sorpresas sórdidas, sin sobresaltos. Saboteemos soledades, sencillamente sepamos soslayar situaciones soledosas sobre sábanas satinadas.
Shakespeare sentenciaría: “Soberana sois señora, seguid su senda solícita sin sensiblerías, sed sensata”.
Susurradme sí. Samantha, seguidme.
Samantha, desvelada, sonríe al releer la carta que firma un tal Elliot, ese pasajero que ha debido depositarla esa misma mañana en el bolsillo de su abrigo sin que ella se diera cuenta.
Coge la pluma y comienza a escribir.
Estimado Elliot, estoy escribiendo esto embelesada. Encontrarle, entiéndalo, es efectivamente estimulante. Encantador, educado, elegante…Esta efervescencia enciende estímulos extraños, enajena el entendimiento. Estrenemos este enloquecimiento, estudiemos el éxtasis entrelazados…Estaré esperándole.
Tras deslizar la misiva en el camarote 115 del Titanic, regresa a su cabina. Perfuma su piel erizada de deseo, reacomoda sus bucles, y sonríe de nuevo al pensar que ¡ya falta menos! para sentir lo que se siente en brazos de un hombre, y dejar de imaginarlo, sin saber que ese abrazo salvará también su vida.

 

PENSANDO EN TI

Sonia Vidal Rico

Tiene su misterio que después de unas cuantas primaveras necesitemos elaborar nuestros mapas de recuerdos y un tapiz de sensaciones. Pensando en ti puedo llenar mis silencios de matices y colores y que vuelvan a mí las miradas del pasado.
Pensando en ti me vienen pinceladas, nada es puntual, siempre jóvenes, siempre esperándonos. Te veo echando unos bailables en las fiestas de cualquier pueblo mientras una orquestilla toca, sobre el remolque de un tractor, infinitos pasodobles. Me vienen las alegres caminatas junto al río, en busca del mejor lugar para pasar el día, tumbados en la hierba al sol y los fríos baños mientras hacemos la mejor paella de nuestra historia, sin recetas, con el mejor de los aromas, con el sabor de lo prohibido.
Siento en mi cuerpo abrazándome la brisa fresca de la noche, volviendo a casa entre risas, escuchando canciones que se alejan. Siento el frescor del agua en nuestros pies, bajo el puente de la Magdalena mientras pescamos cabezones. Veo un manto de amapolas, intensos colores de verano y a ti atrapando con la mirada el horizonte desde las murallas en el Caballo Blanco.
Pensando en ti y en esos momentos felices pienso que ya falta menos mi querida libertad.