Certamen Escalera Edición 4º peldaño


POR LA VENTANA ME VERÁS

Javier Gonzalez Delgado

Espero que cuando leas esto te encuentres bien, yo estoy bien. Me han dicho de la residencia que no comes demasiado, que no pruebas la sopa. Les he explicado que eres muy cabezón, que mamá hacía una sopa riquísima y siempre te negabas a probarla porque decías que era de sobre, mentira.

No puedo ir a visitarte, estamos todos confinados, incluso el trabajo lo hago desde mi apartamento. No podemos ir a pasear por la montaña, aunque nos podemos conformar con intentar ver los animales salvajes que pasean por la ciudad atraídos por el silencio de las calles. Solo tengo relación por videoconferencia con los compañeros de trabajo y con algún amigo que me manda mensajes al móvil. Nada ni nadie se había preparado para esto, a marchas forzadas hemos tenido que aprender las tácticas de infiltración de un enemigo invisible, a levantar defensas con trapos y plásticos y a esforzarnos para poder contraatacar a tiempo.

Papá, te echo de menos, sobre todo tu terquedad por no querer aprender a manejar el móvil. Por eso, cuando leas esta carta me gustaría que te asomaras por la ventana, a las ocho de la tarde me verás gritando ¡ya falta menos!
 

LA PRUEBA

José A. Gago Martín

Supongo que son tiempos de prueba. El dolor y el miedo nos golpean cada día y la emoción nos pone un nudo en la garganta. Las sirenas rasgan el silencio con lamentos que nos hacen contener el aliento. Así que andamos de continuo con el corazón encogido y los ojos, que ven inusitados gestos de generosidad, al borde de las lágrimas.
Los soldados no disparan balas, sino chorros de salud, los campos de batalla nos sorprenden en cada rincón y los héroes inesperados, casi inermes, se enfrentan con valentía al vacío y la ceniza.
Pareciera que un golpe terrible ha destrozado el espejo donde veíamos pasar la vida. Como en un trágico episodio que acarrea la mala suerte. Ahora todo lo vemos a través de esos añicos cuadrados que nos han tocado a cada uno.
Sin embargo, hay un gran corazón que nos mantiene en pie y nos alienta. Salimos a oírlo latir cada tarde en la ventana. Eso nos iguala a todos: sabemos que si cerramos los ojos con fuerza, ya no vemos estas cuatro paredes que nos confinan, esta calle vacía. Vemos la alegría desbordada, la ciudad como un termitero en efervescencia, la plaza del Castillo abarrotada,…