Certamen Escalera Edición 4º peldaño


SEA CUANDO SEA

Ignacio Navarro Otano

Otra vez te has despertado antes de que entrara la enfermera; es difícil dormir bien aquí. La mañana ha ido tranquila y cuando miras el móvil para consultar la hora, te fijas que es 4 de abril. Una cancioncilla llega a tu mente y en un segundo recuerdas el almuerzo del día 6, para ti, el mejor día del año con esos abrazos y besos a personas que el resto del tiempo casi ni saludamos, recuerdas el miedo que pasabas cuando corrías en la Estafeta, siempre solo y bien descansado, las horas que vinieron después delante de los kilikis y detrás de los gigantes, los apretujones en la villavesa con las silletas, la aventura de cenar un bokata viendo los fuegos, el guardarte un día para comer e ir con los amigos a los toros…Y en la bandeja de la comida, entre el bollo de pan y el sobre con los cubiertos, hoy hay un papelito doblado. Lo abres y te encuentras una frase: “¡Ya falta menos!” La lees tres veces, recuerdas todos los que te están esperando fuera y te prometes que vas a salir y, sea cuando sea, volveréis todos a vestir de blanco y rojo. Todo va a salir bien. 

ESPERANZA

Amparo Gastaminza Iriarte

Tengo la ropa preparada encima de la cama. Pantalón blanco, camiseta blanca, chaqueta roja, faja roja, pañuelico rojo y zapatillas blancas.

Hoy es un día muy especial, es 4 de abril, cuarto día de la escalera de San Fermín. No es un día cualquiera, no; estoy en casa y veré la misa por la pantalla del ordenador. Todo el país está confinado. Bueno, todos no. Algunos trabajan en los hospitales, supermercados, carreteras, etc… El culpable de ésta situación es un virus que dicen, se ha escapado de China a ver mundo y, se llama Covid 19.

Mi perro Boby, se ha puesto a saltar de alegría. Él conoce muy bien el significado de ésta ropa y, ladrando me lleva a su armario a por el pañuelico. Después de la misa, lo celebraremos con chistorra y una tortilla de patatas con cebolla. Yo tomaré una copa de vino y él, su ración de leche.

¡Ya falta menos!

¿Éste año podremos decirlo?

Yo sueño que estoy en la Estafeta, comiendo unos pinchos, y viendo pasar a la gente sonriente, bailando al son de las peñas. Esa calle, que durante ocho días, a las ocho de la mañana se inunda de emoción con el encierro.