NOSTALGIA
Gabriela Gorches Guerrero
Como en un «Día de la Marmota» eterno, me levanto siempre a la misma hora. Más temprano que antes; supongo duermo mejor sin pensar en prisas por la mañana, ni por la tarde y tampoco en la noche. Aireo la casa abriendo ancho las ventanas, me imagino que por eso oigo cantos de aves que no conocía, o a lo mejor por falta de otro ruido en la calle. Al desayuno he tenido que variarle, lo mismo que a la comida, la cena… porque básicamente me adapto a lo que encuentro en la tienda de la esquina. Aunque, ando con la imaginación a tope inventando platillos y, no es por nada, algunos me han quedado de campeonato. Creo que estoy enloqueciendo porque siento que ¡el ejercicio me divierte! “Cristian” lo dirige en la tele, un pagado de sí mismo que en cada emisión repite mil veces el nombre del producto que patrocina su programa. Debería parecerme insoportable y, sin embargo, le he cogido cariño. Ya falta menos, me repito al observar cómo desciende la torre de mis libros pendientes. Pienso en el día que por fin salgamos de casa y casi anticipo la nostalgia por este tiempo que vivimos en contacto con nosotros mismos.
¿PERO QUÉ ES ESTO?
Hemil García Linares
“¡Ya falta menos!”, decía yo y muchos de los que ahora estamos aquí. ¡Jo con este virus! SanFermines cancelados, el curro cerrado como muchos negocios. Desde la ventana de la Residencia Virgen del Camino miro hacia la calle. Pamplona es un desierto de cemento. Casi todos estamos confinados.
Me imagino a instantes del txupinazo y luego el estruendo, en cómo hubieran soltado a los toros, toda Pamplona y el mundo estarían, estaríamos, corriendo. Estaríamos, pero no estamos. No estaremos.
No puedo creerlo; apenas hace tres meses todo marchaba de maravillas. ¿Qué pasó? ¿Cómo se desbordó esta situación? Estamos aquí sin ver a la familia ni a los amigos. Aquí sin los SanFermines. Aquí…
De pronto abren las puertas de nuestra sala. ¿Pero qué es esto? Una fila de hombres y mujeres: doctores y enfermeros llevan cuernos de toro de papel sobre las cabezas y empiezan a bramar. Otro grupo grita: ¡Ya falta menos! Y entonces se escucha un txupinazo grabado y bramidos humanos; los toros vestidos de blanco y con mascarillas cruzan por el medio de nuestra camas.
Risas, lágrimas, silencio. “¡Ya falta menos!”, grita otro paciente que ahora es mi amigo. “El 2021 está cerca, cerquita, casi a tiro de piedra”.