EL REGALO DE CUMPLEAÑOS
Diego Collado Mazo
Este año cumplía cuarenta años el 26 de marzo, esa edad a la que a los hombres les entra una crisis existencial que les hace comprarse una moto, o un descapotable-rojo, si es posible- para reafirmar su juventud y masculinidad. Algunos incluso van más allá y aprovechan para echarse un ligue más joven que ellos, buscando la mocedad perdida.
Yo le había pedido a mi mujer hacer algo especial, incluso irrepetible. Cuarenta años no se cumplen todos los días y de alguna forma supone dejar atrás, con toda la madurez posible, los excesos y sueños de juventud. Ya lo dice el refrán:»Si a los cuarenta no eres rico, hazte borrico».
Hoy en día, hacerse rico es tarea casi imposible, desde la serenidad que dan los cuarenta años. Sin embargo, perderlo todo, resulta súmamente fácil. Basta con un revés del destino, siempre caprichoso.
En mi caso, la idea era pasar el cumpleaños en Dublín, entre pintas de cerveza y música de pubs. Cuatro días de escapada céltica, planificada durante meses.
Pero finalmente el regalo fue mucho más original e inesperado que todo esto: ¡Cumplir cuarenta años estando en Cuarentena! Sic.
Aunque ya falta menos para que tu y yo podamos salir, ¿Verdad, amado lector?
ELLA
María García De Andoín Fernández
Pensar en ella es pensar en el calor bajo una manta acurrucada en el sofá a su lado.
Pensar en ella es pensar en la comida rica de los domingos, todos juntos. En la siesta de después con una película de fondo y en lo divertida que es cuando le pregunto si está dormida y me responde “no, no, solo estaba descansando los ojos”.
Pensar en ella es pensar en abrazos, sonrisas y besos inmensos; en su consuelo incondicional y su espectacular tortilla de patatas.
Pensar en ella es pensar en todos los momentos felices que nos ha regalado, en cómo nos ha cuidado, en una infancia feliz llena de amor y postres de chocolate.
Hoy nos saludamos desde nuestras ventanas y le lanzo besos que caza al vuelo, para que sean besos buenos y no los que hoy pueden hacernos daño. Hoy nos queremos lejos porque nos querernos cerca y a salvo. Hoy y todos los días nos decimos “hay que aguantar”, porque hoy es un día más solas y separadas pero también un día menos para sentir de nuevo ese calor, esos abrazos, esas sonrisas y besos inmensos. Porque hoy, y con más fuerza que nunca, puedo gritar que ¡ya falta menos!