TE ESPERO
Estitxu El Busto Caminos
Son las ocho de la tarde y no me puedo aguantar las ganas. Tengo una cita contigo. Abro mi ventana que ha estado cerrada a cal y canto todo el día por el frío, y pienso en ti. Tengo ganas de abrazarte. Muero por estar contigo. Y aplaudo entonces con tantas ganas que el sonido rebota en la fachada de enfrente como si me contestaras, y me siento una contigo. Los demás aplauden también desde sus ventanas. Me digo a mí misma en voz bajita que esto también pasará y que vamos a salir de ésta mucho más fuertes y quizá mejores. En el fondo de mí tengo la certeza absoluta de que «¡Ya falta menos!» y con tu mano agarrada a la mía podremos volver a bailar juntos los dos.
A LAS 19:30
Mikel Ayerra Comino
Itziar miró al reloj de su habitación. Ya faltaba menos para las 19:30. “¡Queda poco!”, se dijo con emoción. Nerea, una vecina suya de su edad y que estaba jugando con sus muñecas, miró también al reloj. Ambas se miraron, y una sonrisa apareció al mismo tiempo en sus rostros. Salieron corriendo de su cuarto y se dirigieron al balcón del salón, bajo la mirada sorprendida de su padre y la cómplice de su madre, que ya sabía a qué iban. Itiziar miró a la ventana de enfrente. Estaba cerrada. Miren se estaba retrasando. ¿Y si hoy no podía salir? Pero justo entonces, un barullo comenzó a sonar en la ventana de su vecina, que aumentó de sonido cuando Miren abrió la ventana, dedicándoles una sonrisa. Como todas las tardes, la música resonó en la calle, e Itziar vio cómo algunos vecinos se asomaban al balcón, curiosos. Unos cuantos comenzaron a bailar al son de la música, igual que ella y Nerea. Una tarde más, Miren les pondría música para que durante media hora olvidasen lo que pasaba fuera de su casa, y se divirtiesen con sus canciones favoritas. “¡Y ya falta menos para el día siguiente!”, pensó Itiziar con ilusión.