XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LA CARRERA

Antonio Jose Abrunhosa Gomez

Era una mañana clara y de intensa luz, una luz que solo dan las mañanas del sur con un intenso sol que en unas horas se abriría paso a golpe de calor.
Luciano se despertó con el nerviosismo del que intuye que en unas horas iba a ser un gran día. Decían que haría una gran carrera, que tenía mucho fondo y buena velocidad, que surcaría la calle Estafeta como un bólido, que llegaría el primero a la plaza ante el aplauso de todo el público.
Era la primera vez que hacía un viaje tan largo. Le encantaba correr, desde pequeño siempre iba a todas partes corriendo, decían que no sabía andar, nadie recuerda haberle visto nunca andar.
Al día siguiente, el griterío y el bullicio de San Fermín le pusieron inquieto. Estaba allí para correr y esperaba ansioso la salida. Los minutos le parecieron eternos mientras los mozos cantaban al santo con sus periódicos en la mano.
Al fin se abrió la puerta y corrió, corrió más que nunca, corrió como le habían entrenado, sin mirar atrás, sin mirar a los lados, aunque sus cuernos se enganchasen en las camisas de los mozos que, asustados, se tiraban al suelo a su paso.  

HUBO Y NO HUBO

Gregorio Espinós Ortigosa

Hubo silencio y hubo fiesta en la ciudad. Los corredores esperaban de blanco y rojo la llegada de los toros.
No hubo 7 de julio. Las calles estaban calladas esperando el ruido y la furia de tantos años, la gran fiesta.
Hubo espíritu. Los otros años dejaron en el empedrado sus rumores y sus gritos y su emoción. Todos ayudaron desde el ayer y desde el mañana.
No hubo tristeza en Pamplona. Lo que pasó volverá bajo el mismo cielo en el mismo escenario, todos lo sabían.
Hubo una larga espera hasta el chupinazo. Los pamploneses, como peregrinos incansables, caminaron el doble de tiempo esta vez sin fatigarse y prepararon todo minuciosamente, como si fuera la primera vez.
Hay rumores de fiesta en la plaza aún lejanos. Todo regresó a su sitio despacio, un Sanfermín en la mente.