XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LAS DOCE

Laura Valencia Azcona

Seis de julio.Son las doce, pero no se escucha el sonido del cohete.Son las doce,y te encuentras en la plaza del Ayuntamiento,pero esta se encuentra vacía.Son las doce,pero tu pañuelico no va al cuello,ni se oye el alboroto de la multitud.
¿Qué es lo que ha sucedido?

Ane mira a través de la ventana y sonríe al acordarse de aquellos bailes en la verbena con sus amigos.

Marco juega con sus gigantes,sabiendo que este año los grandes no saldrán:”Porque un bicho muy pequeño no lo ha permitido”.

Iñaki recuerda esos ojos azules,entre la marea blanca y roja,que le hicieron enamorarse hasta hoy,quince años después.

Teresa piensa en el último vals con Manuel en el Baile de la Alpargata,con el cual no podrá volver a repetir.

Daniel si cierra los ojos,puede sentir la adrenalina por su cuerpo al correr el encierro.

Gorka cree que la paz es ver los fuegos artificiales en la Vuelta del Castillo abrazado a Paula.

Tú sigues frente al ayuntamiento.Al fondo suena un despertador.Seis de julio y tu madre gritándote que no vas a llegar al chupinazo.
Tu ropa blanca y el pañuelo te esperan doblados en la silla.Ese nudo extraño desaparece un poco.
¡Qué reales parecen las pesadillas a veces!¿Verdad?
 

MAREAS

Francisco Javier Yuste Córdoba

Suena el chupinazo, y una marea incontenible me empuja; sudor miedo, emoción. Siento correr a cámara lenta, no se acaba nunca y en la calle Estafeta, algo duro y filoso me roza la piel. A pesar de la ardiente masa informe de cuerpos sudorosos que me arrastran, las entrañas se hielan. Algo ruge y me sobrepasa, empujándome sin piedad contra la pared. Me tambaleo, esquivo cuerpos caídos, pero al filo de las fuerzas me deslumbra la luz y cruzo las puertas del coso. Una mixtura de alivio y orgullo es mi mejor premio.

Una marea humana imparable me empuja por la plaza del ayuntamiento y, gustoso, no me resisto. Cantes y bailes, pañuelos rojos al viento, resplandecientes al sol. La Suerte sigue y encontramos donde yantar; fuerzas que reponer para todo un mundo por festejar.

La noche cubre el caso viejo de Pamplona y una marea incansable me empuja por bares y tascas. Pasan las horas al amparo de la fiesta, al ritmo del ansia de vivir, sentir, celebrar. La aurora despunta, la luz se desparrama. Vuelve a volar el chupinazo pero yo ya he pagado mi tributo a San Fermín; me espera la vuelta a casa para contarlo.