XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LO DE SIEMPRE

Carlos Biurrun Quel

Peldaño. Nuevos propósitos, agua nueva. Los siguientes pasan lentos y desapercibidos. Peldaño. Van cuatro y llega la primavera. El reloj ya ha bajado de los cien. Peldaño. Alternas entre sayo y pantaloneta. ¿Has reservado sitio? Peldaño. Pase de modelos en blanco, sin boda a la vista. Éste me sirve un año más. Faltan treinta. Cuenta atrás. Cartel y programa, quejas y aplausos. Catorce. Cuenta atrás. Nervios y emoción. La lista de reproducción se torna blanca y roja. Uno. Cuenta atrás. Todo preparado. Dormir como un niño en la noche de Reyes.

Jamás fue tan agradable madrugar. Almuerzo y a la plaza. Se abren las puertas. ¡Viva! ¡Gora! La experiencia te enseña cuánto contar entre el sonido de la mecha y el estallido. Tres, dos, uno… Aquí están. Doscientas cuatro por delante. Ahora no quieres que la cuenta progrese, aunque tu cuerpo no opina lo mismo: «Pobre de mí». Quince del siete. Vuelta a empezar. Quedan más de trescientos y, en algunos, desearías la fuerza espartana…

Peldaño. Nuevos propósitos, agua nueva. Los siguientes pasan lentos y desapercibidos. Noticias preocupantes llegan de Oriente. Peldaño. Van cuatro y llega la primavera. Golpe de realidad. No, este año no será lo de siempre, pero pronto volverá a serlo. 

UN GRANITO ARENA

Judith Alegría Agarraberes

—Qué raro que no haya venido nadie todavía. A estas alturas ya se escuchaba a los caballos y nos empezaban a pasar por encima.
— Dicen al otro lado del ruedo que no habrá San Fermín este año.
—¿Qué? ¿Que no habrá? Pero si eso es imposible. Desde que me pulverizaron, allá en los Alcores, soñaba con que me destinaran aquí, pero no para que fuéramos los únicos ocupantes del coso.
—Espera, espera, que le van a preguntar al sabio, que conoce todo lo sucedido en los últimos cien años.
—Pero si ese es un cuentista.
—Y entonces cómo sabe todos los detalles de lo que pasó en 1978, por ejemplo, ¿eh?
—Un timador, ya te digo yo. Que se lo han contado, que no lo ha vivido él. Yo eso de que el viento lo trasladara a lugares estratégicos para que no lo renovaran no me lo creo.
—Bueno, piensa lo quieras, pero dice que ya se cancelaron en 1937, y en 1938.
—Esto es el final. Ya no habrá más.
—No seas catastrofista. Aquí estaremos el año que viene para aportar nuestro granito de arena y escuchar a una ciudad unida por el blanco y rojo.
—Si no nos sustituyen antes.