«SU ULTIMO AÑO»
Francisco Juan Barata Bausach
Aquel año, el último. Mi edad no me permitiría más. Hoy estaba allí; con los jóvenes, con los valerosos y conmigo.
Sonó el chupinazo, corrimos; esperé entre los osados, quería ser el más.
Los morlacos aparecieron, comencé a correr; quise coger toro, lo cogí; mientras corría mis piernas fallaban. No quería cejar, estaba dispuesto a darlo todo y corrí, hasta que no pude más. No quería parar; no podía parar, era mi último año, mi última oportunidad.
Una mano me apartó de un asta, cuando el morlaco estaba a punto de dejarme listo de papeles. Caí, un joven que corría de manera irregular, ¿bebido?, me piso. Me levanté, y corrí hasta alcanzarlo; me descuidé, me pudo la ira, mala cosa elegir varios enemigos, cuando solo hay uno: El toro.
Eso me perdió. Un morlaco, me hincó el asta; sentí morir, caer al suelo, sacarme en volandas, asistirme los sanitarios…, y morirme fue todo uno.
Los sanitarios escucharon los pitidos desde la cama de Paco; estaba gravísimo más de un mes, en la “UVI” del Hospital Virgen del Camino. Tenía el “Covid 19”, se estaba muriendo.
No pudieron salvarle la vida y murió. Hoy 7 de julio, San Fermín.
EN LAS ANTÍPODAS
Sergi Capitán
Sí, ya sé que no es lo mismo. Al menos, las videollamadas y un montón de plataformas que no conocíamos hasta hace tres meses nos permiten estar conectados con la gente a la que queremos.
La distancia social convertirá el tiempo de los sanfermines de este año en las antípodas de lo que han sido siempre, pero toda precaución es poca.
Y será el momento de recordar lo vivido el año pasado. Desde que nuestras miradas se cruzaron poco antes del chupinazo hasta el último abrazo nada nada más entonar el “Pobre de mí”.
204 horas de conocernos y devorarnos. De explorar todos los rincones, los propios y los de esta ciudad. Tu avión de vuelta partió de Noáin el día 15 de julio. Tenías un sinfín de escalas en las que intentarías dormir todo lo que no habías hecho antes.
Recuerda, tienes una cita el día seis de julio frente al ordenador. Serán para ti las ocho de la tarde en Canberra y para mí las doce del mediodía en Pamplona. Y quedará un año menos para volver a vernos.