XII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


ESPARTO MOJADO

Ventura Ruiz Gómez

Esparto mojado

Todas las fiestas huelen parecido. Pero habría algo inequívoco que a ellos se les quedaría adherido en la pituitaria: el olor del esparto empapado en regueros de pis y alcohol. ¿Quién propuso que compraran alpargatas blancas con tiras rojas? ¿Por qué no previeron lo desagradable que sería caminar con los pies húmedos? ¿Por qué no adivinaron que el hedor se les pegaría, igual que el esparto, a la suela de los pies? ¡Odiaban caer en trampas ideadas para los foráneos!
Pero ahí estaban con camisetas desfasadas, pantalones blancos de amplios bolsillos y tejido casi transparente, ridículas fajas de satén brillante, pañuelones más grandes que los que llevaban los pamplonicas y… alpargatas, evidenciando que eran extranjeros. Justo lo que querían evitar. Por eso habían acudido a ese puesto callejero para que les proporcionaran todo lo necesario para… para parecer justo lo que eran: visitantes.
Y compraron sangría, equivocadamente, comieron “bocadillos pamplonicas”, de jamón de Salamanca, pagaron a precio de champán francés cervezas en el Casino, fueron a los toros, en tendido de sombra, comieron un menú, en la Casa de Extremadura, y se fueron de Pamplona con una idea confusa sobre las fiestas de San Fermín y un terrible olor a esparto mojado.
 

MISTERIO POR RESOLVER

Francisco Dominguez Agudelo

La reserva se había hecho un mes antes desde París:
Hotel La Perla de Pamplona
Habitación 217
Pernoctar el 15 de febrero
Reserva: Mary Welsh H.
La titular de la reserva se dirigió al recepcionista en un inglés americano, aportando los datos que éste le requería. Su pareja cogió la llave del mostrador y enfiló las escaleras sin aguardar a que el conserje los acompañase. Ante su gesto de sorpresa, la dama quiso tranquilizarlo.
—Don’t worry. He knows the way.
A la mañana siguiente, mientras Mary Welsh pagaba en recepción y hacía una reserva para los próximos Sanfermines, su pareja salió precipitadamente. A la recepcionista de turno le llamó la atención su gorra y camisa a cuadros, poco comunes entre los clientes habituales.
De la mesa de la habitación 217 la camarera retiró esa mañana dos botellas de champán vacías y el cenicero con varias colillas de Cohiba. Sus huéspedes habían dejado también un libro titulado “Fiesta”, con dedicatoria:
My sincere thanks to Doña Ignacia for her help and friendship.
Ernie Hemingway.

El pasado 5 de mayo se recibió en el hotel un telegrama desde Idaho, USA, anulando la reserva que hiciera Mary Welsh H. para los días 6 a 14 de julio próximo.