XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


UNA NUEVA FIESTA

Ana Rodríguez Martínez

Me levanto temprano por la mañana, el sol lleva unos minutos esperándome.
En la silla unos pantalones y una camiseta blanca, olor a limpio.
Me anudo la faja mientras pienso en años anteriores.
Una fiesta que va creciendo conmigo.
Los primeros años en los que los gigantes medían por lo menos cinco metros y los cabezudos eran los seres más temibles, ¡menudos porrazos daban!
La niñez con sus barracas, la noria siempre como la estrella más alta de todas. Los feriantes con sus alegres melodías.
La adolescencia con sus botellones y esos bocadillos comidos en el césped mientras veíamos los fuegos artificiales. Grupos multitudinarios y canciones que se pegaban durante semanas.
Hoy empiezan las fiestas otra vez. Estaré espectante en segunda fila, viendo como mi hija, con ojos nuevos, disfruta por primera vez de las fiestas de San Fermín.
Le pongo sus primeras alpargatas y su primer pañuelo, con su nombre y el Santo bordados.
Una lágrima de emoción resbala por mi mejilla.

¡Viva San Fermín!
 

RITUAL

Arquímedes Riveiro Conde

La decisión, inconscientemente, la tomó años atrás. Cuando la imaginación empezó a volar sola. Y los pañuelos rojos alrededor del cuello le hacía pensar en personas decapitadas que
intercambiaban las cabezas durante el festejo.
El padre claudicó, antes del tercer cántico, ante la terquedad de la hija de llevar el pañuelo en el cuello durante la carrera. Y como gesto incondicional de rendición y amor paterno. Le coloco bien el pañuelo y le realizó un nuevo nudo.
Los cohetes retumbaron. Elevando la adrenalina en los cuerpos de los corredores que enfilaron la cuesta de Santo Domingo, seguidos por cabestros y toros.
En medio de un escalofrío surgido por un resbalón en plena curva de Mercaderes. Sintió el roce del asta en el cuello. Al momento, después de esa fracción de segundo, que es el abismo entre la vida y la tragedia. Recordó a San Fermín y compañía por el desenlace mágico para su salud física.
La inspección del cuello por parte de las mano; confirmo que el objeto rojo en el pitón del toro, que seguía la marcha, era su pañuelo.
Caminó hacia la plaza. Convencida de que en la siguiente carrera llevaría el pañuelo, anudado por el padre, en el cuello.