XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


CORAZON DE LOBO

Angel Moracho Jimenez

EN PAMPLONA, UNA TERRIBLE PANDEMIA IMPEDIA LA FIESTA DE SAN FERMIN ASI COMO LA SALIDA Y ENTRADA DE SUS YA AGOTADAS GENTES.EL, EN EL RECUERDO DE VIVIR EN PAZ CON LOS SUYOS Y AÑORANDO ESA FELICIDAD, SE REVELABA A SER CONFINADO.SU ENTORNO, FAMILIA, AMIGOS, INTENTABAN APLACAR ESA REBELDIA, EN EL CONVENCIMIENTO DE QUE ALGUN DIA EL ASEDIO ACABARIA Y TODO VOVERIA A SER COMO ANTES. UNA MEZCLA DE FE, ESPERANZA, Y VALENTIA LE CONCEDIERON UN CARACTER UNICO,FUERTE POR DENTRO Y SENSIBLE POR FUERA.BAJO LA NOCHE CERRADA, SALIO DEL ASEDIO PERO CUANDO ESTUVO AL OTRO LADO, SE DIO DE CUENTA DE QUE LO QUE HABIA PERDIO, ERA MUCHO MAYOR QUE LO QUE HABIA CONSEGUIDO, POR LO QUE REGRESO A LA CIUDAD.EL ENCUENTRO CON LOS SUYOS AUN EN SITUACION ADVERSA, FUE RECONFORTANTE SINTIENDOSE ARROPADO.LA ESPERANZA, DE QUE LA SITUACION PRONTO CAMBIARA, FORMO UNA NUEVA PARTE DE EL Y APARTIR DE AHÍ, EMPEZO A IMPULSAR CON ILUSION EL SIGUIENTE SAN FERMIN.LA FIESTA COMO TRADICION, PASA DE GENERACION EN GENERACION SIENDO EL LEGADO A BIEN RECIBIDO.EL, ANTES FUE CORAZON DE LOBO SOLITARIO PERO PRONTO SE DIO CUENTA DE QUE, SIN SU GENTE NO ERA NADA Y EN EL NO SENTIR NADA ,SIEMPRE SE PIERDE.  

SALINAS – PAMPLONA

Ana Nunez Gonzalez

Cada año, del 6 al 14 de julio, vivo la mejor experiencia de mi vida.
Salgo por las mañanas y me subo al taxi improvisado Salinas- Pamplona que se dirige hacia el centro. Tienen que montar cuatro atrás, no importa cuanto pesen los pasajeros, y entonces, no queda más remedio, hay que apretarse.
Un primer roce de hombros anuncia el comienzo. Su olor me acaricia, penetra despacio. Hago ademán de arreglar mi falda con la única intención de rozarle el pantalón. Me vuelvo a acomodar, y esta vez, paseo todo mi seno por su brazo.
El hombre me mira, seguro piensa que es imposible, y yo lo ignoro, solo miro al chofer que hace uso del retrovisor, y me sonríe.
Así transcurre el día, más de veinte idas y vueltas, más de cuarenta hombres, para al final llegar a la casa y oírle decir a mi marido que me encanta restregarme contra los desconocidos, que me estoy buscando la embestida más brutal de la semana, y yo que no, que no es verdad, y el que sí, que lo vio todo, y terminar furiosos en la cama, mezclando amor y violencia, porque para algo es el San Fermín y él, maneja el taxi.