XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL SUEÑO DEL REY TROVADOR

Sylvain Sortelle

Teobaldo viajó a Pamplona desde su lejana Champaña envuelta en neblina para regir aquellas desconocidas tierras que había heredado de su madre Blanca. No tardó en aprender las lenguas que allí se hablaban. Pero siguió escribiendo sus madrigales en francés.

Después de un laborioso día con los preparativos de la cruzada y la elaboración del Cartulario, se acostó no sin antes haber escrito algunos versos de amor con una copa de vino de la Ribera en la mano.

Tuvo un sueño vívido: astures, cántabros, vascones, lombardos y sajones unidos en una celebración digna de la gloriosa Roma. Regocijo por doquier, bebida y comida a raudales, farandolas, charangas, peleas de gallos, torneos, sogatira y levantamiento de piedra. Se paseaba la cabeza de San Fermín de Amiens en un rico relicario de oro ante los vítores de su pueblo donde se mezclaban cohortes de ermitaños que habían bajado de sus montañas y de peregrinos en su tránsito hacia Santiago. En su sueño, oía el bullicio, divisaba a los mozos zambulléndose en las fuentes, olía el aroma de las costilladas en las parrillas, los ajos tiernos, las morcillas, las sopas con sacramentos.

Unos gigantes asomaban sus cabezas de madera y tela por encima de su rostro dormido.
 

EL ÚLTIMO “NO CHUPINAZO”

Nuria Rodríguez Fernández

Mi nombre es Fermín, no podría ser de otra manera. Nací un 7 de Julio de 1950 y soy natural de Pamplona.
Llevo los San Fermines en la sangre.
De mozo fui uno de los mejores corredores, me preparaba todo el año para ello, “el temerario” me decían, y el orgullo inundaba todo mi ser.
Con la edad empecé a cuidarme un poco más, ya no estaba para tantos trotes, había tenido un amago de infarto, cosa de poco, pero el “sustillo” no te lo quita nadie.
A partir de a ese momento me dediqué a ver los encierros desde la barrera.
Setenta años he tenido que vivir, para ver cómo, un maldito virus, me quitaba tantas cosas.
Primero, se llevó mi libertad, no podía salir de paseo, ni a mi vino del medio día.
Me privó de la compañía de los míos, hijos, nietos….
Se llevó algún amigo de infancia y hasta me arrebató a mi mujer.
A pesar de todo eso lo superé.
Cuando anunciaron que se suprimirían los San Fermines, mi corazón no lo superó. Dejó de latir a las 12 del mediodía, el día 6 de julio del 2020, justo cuando habría tenido lugar el chupinazo de salida.