XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


VOLVER A SENTIR

Ainhoa Echeverría Alvarez

7 años llevaba Irati sin sentir la emoción de un 6 de Julio en directo, aún no se creía que después de 5 horas de viaje, por fin estuviese llegando a casa.
Su madre le mira con ilusión, le mira una y otra vez como si fuese un sueño, y le coloca como cuando era pequeña su ropa blanca, el pañuelo y la faja sobre la cama. Era sin duda sus 4 prendas favoritas.
Irati sale corriendo de casa para no perder la villavesa. La emoción puede con ella, ya que en 3 minutos se encontrará con la cuadrilla en el bar de siempre. Otra vez volver a escuchar las mismas anécdotas, reír, cantar y hacer nuevas amistades con la mesa de enfrente. Todo sigue igual como recordaba. La gente de Pamplona está muy unida en estas fechas.
Para cuando se da cuenta, quedan 2 minutos para que se encienda la mecha, y 1 segundo es lo que tarda en atarse el pañuelo tras oír, el primer cohete explotar, mira el reloj y son las 2.04. ¡No! ¡Otra vez estaba soñando en rojo y blanco!. Ojalá poder sentir esa sensación por su cuerpo pronto… la mejor sensación del mundo.
 

ESPERANZA

Pablo Alonso Rodríguez

Aún le resultaba increíble, cuando pensaba como había cambiado la vida. Aquello que había sido normal y ahora tanto se añoraba.
La pandemia había supuesto una alteración, que nadie esperaba, en el ritmo diario y en las costumbres cotidianas. Por eso miraba al calendario con cierta tristeza, viendo como se acercaban las fiestas de San Fermín. La nostalgia brotaba en su mente al ver que aún seguirían canceladas.
Aquella alegría contagiosa y multicolor estaría desvanecida, esperando su resurgimiento cuando retornara la vida habitual.
Confiaba en que las fiestas siguieran manteniendo su atracción legendaria en el futuro. Confiaba que el mundo taurino resistiera el acoso y discriminación que estaba sufriendo. Y, confiaba, en fin, que todo este mal acabara pronto, y se restituyeran los tradicionales encierros de Pamplona, ese icono mundial de pasión, fuerza y emoción donde se mostraba el cariño y las tradiciones, el amor de un pueblo por su Historia y sus costumbres.
Esperaba con ilusión y esperanza volver a contemplar ese aluvión de visitantes, procedentes de todo el mundo, que habitualmente acudían atraídos por la fiesta, el espectáculo y su fascinación, o poder sentir esa descarga de adrenalina corriendo delante de los toros.
Seguro que San Fermín no abandonaría a los navarros.