XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL REGRESO

Diana María Domínguez Domínguez

Recuerdo aquellas cartas que mi abuela recibía desde calle San Fermín. Las emociones se mezclaban y fundían en un soñado abrazo que acortaba los 11000 Km. que la separaban de sus hermanos. Añoraba su tierra, extrañaba sus tradiciones, dos veces pudo volver.
Caminé por esa calle hasta lo de Carmen, embajadora de la familia que allí quedó. El bullicio de infinitas personas vestidas de rojo y blanco, estremeció mi corazón. Nadie advirtió mi pasar llevando las nostalgias de mi abuela.
En esa calle San Fermín, cuadrillas de amigos unidos por la alegría festejaban ese glorioso 7 de julio. Carmen tenía dispuesta la mesa en la vereda; era un cuadro pintado con pinceles de sabor y amor: pimientos del piquillo, huevos escalfados, ajoarriero, chistorras, pacharán, los abrazos de la familia y la bienvenida de los amigos. Fieles a su esencia pamplonesa, invitaron y convidaron a todo el que por allí pasó.
Entre brindis y cantos, me sorprendí al ver llegar a los gigantes, cabezudos, kilikis y zaldikos. La calle San Fermín bailó con la comparsa. Caravinagre me abrazó y un zaldiko pidió agua.
Mi querida abuela, el festejo fue tuyo. Tu corazón regresó y pudo latir junto a mí en esa evocada calle San Fermín.

 

SENTIR

Lucas Eza Moreno

Este año va a ser que sí, no puedo más. No hay pandemia, normativa o policía que lo impida. Necesito dejar aflorar de nuevo esos sentimientos que llevo en las entretelas de mi corazón. Anhelo la emoción en forma de latigazo recorriendo mi espina dorsal hasta el último cabello de mi cabeza, justo en el momento en que la pamplonesa y txistularis, rompen el silencio en el zaguán del ayuntamiento dando comienzo a la Biribilkieta de Gainza. Así ha sido desde que mi tío Satur, siendo yo un crío, me llevó con él. Porque lo siento a mi lado cada vez que la escucho. No pienso perderme el Riau Riau; Sebas, Fermíntxo, Aitor… siempre a mi lado. Peio, puto Covid… te echo de menos. Y mañana tempranico, como cuando mi Aita me cogía de la mano, esas dianas llevándome en volandas por lo viejo… Y esa jota al santo que tantas veces y, siempre con alguna lágrima, me eriza la piel traspasándome el alma al sentirme navarro. Así va a ser, hasta el pobre de mí. Llevo en el móvil preparadas todas las canciones para hacer el recorrido físico y emocional, que tanto echo de menos. Aunque sea distante y con mascarilla…