IMPRUDENCIAS
Enrique Espejo Torija
Vale. No hay vuelta atrás. No sé cómo, pero han terminado convenciéndome. Yo quería venir aquí para ver el ambiente, para estar cerca de Susana, para pasar unos días con amigos… y heme aquí. A falta de unos segundos para que me ponga a correr. Mira qué he visto veces en la televisión a gente correr sin experiencia y lo peligroso que me parecía, para él y para los demás. Pues nada. Yo me pongo a correr ya, sin mirar atrás y lo más rápido que pueda. Mejor si cierro los ojos y que pase cuanto antes. Eso es. En cuanto doble esa esquina me salgo del recorrido antes de que me vea nadie y de que salgan los toros.
Ya está. Me salgo por esa valla y arreglado. Por un momento parece que todo el mundo ha desaparecido. Aún así, pienso saltar esa valla y ponerme al otro lado.
He debido caerme y quedarme inconsciente. Me duele la cabeza y oigo las voces de la gente muy lejanas. No importa. En cuanto me recupere, tengo que contárselo a Susana, a ver si logro que se fije en mí en este viaje. Pero antes, voy a dormir algo en esta camilla. Me duele demasiado…
DIVINO (BLANCO COMO LA CAL)
Javier Casado Mayayo
Los había visto alguna vez por la tele, pero nunca creyó que se convertiría en uno de ellos. Cuando los entrevistaban, los escuchaba incrédulo, recién levantado de la cama y en el telediario de las tres, contando sus batallitas: que si cada vez es más difícil buscar el hueco, que si los guiris, que si cada año hay más masificación… No entendía cómo eran capaces de sacrificar una sola noche de juerga sanferminera para vivir la fiesta al otro lado de la barrera. «Hace falta valor», murmuraba su padre, mientras él ahogaba la resaca en un cuenco de caldo caliente.
Sin embargo, la pandemia lo cambió todo, también a él, y tres años después allí se encuentra, un 7 de julio a las ocho y pico de la mañana, dispuesto a atender a los medios. Ayer se acostó pronto para descansar bien, y con los primeros rayos de sol se ha echado a la calle, periódico en mano, para coger sitio entre codazos y empujones y correr los últimos metros hasta la arena. Envuelto en sudor y todavía jadeante, abre el diario por la sección de San Fermín y se dispone a disfrutar de la primerísima línea de playa conquistada a orillas de Salou.