XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL PRIMER DÍA

Erkuden Alonso De Santocildes García

Salíamos todos distribuidos en diferentes coches camino de Pamplona, estábamos eufóricos por asistir a la fiesta más conocida de España “LOS SAN FERMINES”.
Son tan diferentes las fiestas en el norte, en el sur y en el centro, que parecíamos extranjeros en Pamplona.
¿Qué recuerdo de aquel día? Más bien sería que no recuerdo, se dice que las vivencias no son repetibles, aquel fue nuestro primer San Fermín, y así quedará grabado para todos.
Recuerdo las calles que olían a baños portátiles limpios recién colocados, recuerdo como poco a poco las calles y la Plaza de Castillo se iban llenando de gente, recuerdo como intentamos llegar a la Plaza del Ayuntamiento pero nos tuvimos que quedar en una calle aledaña, recuerdo dar pases a un balón con niños de diferentes culturas, recuerdo traducir pintadas en euskera que los madrileños querían entender, recuerdo sus expresiones al ver las charangas, recuerdo el estruendo del chupinazo, y como se fue despejando la plaza y comprobábamos lo pequeña que era comparada con las imágenes televisivas, recuerdo a los barrenderos recogiendo y limpiando todo, y como las chicas que limpiaban los cristales del Ayuntamiento recibieron nuestra canción a grito limpio “ASÍ LIMPIABA, ASÍ, ASÍ, QUE YO LA VÍ”
 

OCÉANO DE SENTIMIENTOS

Pedro Navarro Ruiz

Miré a mi hija pequeña. Y ese vínculo insondable que te une a tu propia sangre, hizo que en ese mismo instante girara su cabecita. Sus ojos y los míos coincidieron, y nuestras miradas se fundieron. Por un momento, solo estábamos ella y yo. La multitud había desaparecido. Solo silencio y amor. Una mirada extasiada, y solo para mí, aunque fuera por unos segundos. Solo hasta que Braulia empezó de nuevo con sus giros infinitos, al son de gaitas y tambores. Jamás podré olvidar esa mirada. Ni aunque transite por siete vidas, mi mente borrará ese momento mágico, en medio de aquella marea roja y blanca. Un océano de sentimientos, cuyas olas impregnaron irremediablemente mi alma para siempre. Era julio. Era Pamplona. Era San Fermín.