XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


SIENTO

María José Navarro López

Amaneció tarde, como todos los años. Y yo, una vez más allí, esperando ese
sol que se resistía a alumbrar de nuevo las calles del nudo en el estómago.
Pero otra vez más llego el momento y apareció allí de nuevo Lorenzo.
Ropa blanca y resplandeciente para recibirlos, destellos, nervios de acero
fundido por momentos, palabras de aliento y amistad entre los de siempre, mis
amigos del encierro. Todos esperando el ansiado y fugaz momento.
¡Buenos días Antonio!, coge asiento.
Respiro profundo, recuerdo, y ya no hablo más ¡no puedo!
Ese calambre recorre todo mi cuerpo.
El cántico, el cohete.
Se abre la puerta del deseo, ¡a luchar contra molinos de viento!, y allí están
resplandecientes sus lomos flamencos, seis toros bonitos y sus guías de
sendero a los que hoy sí que veo y siento, pero no espero.
Avanzan elegantes abriendo paso entre todos esos.
Pasan minutos de quiero, de quiero y no puedo, y ya está, los dioses han
llegado a su encierro.
Ya hablo de nuevo y recuerdo, Antonio que no me acordaba ¡felicidades
jovenzuelo! Noventa años de vida, ¡somos unos guerreros!, ¡menudo encierro
tan bueno! Apaga la televisión y mañana aquí nos vemos. 

EL PINTOR DE LAS CAVERNAS

Aránzazu Hernández García

Solo pensaba en sacar el máximo partido a cada uno de los rincones de la cueva. Transformaba los salientes de las rocas en vivaces contornos que otorgaban realismo a mis figuras. Con mucho cuidado fui tomando los valiosos pigmentos mezclados con talco y agua que, a fuerza de haberlos combinado una y otra vez, aportaban el color exacto que quería para cada pieza.
Tras finalizar, instintivamente retrocedí para contemplar con más perspectiva la obra: dos grandes toros fuertes y poderosos de color negro predominaban sobre el resto de los animales estarcidos bajo sus patas.
Agotado, me acosté bajo el panel, al abrigo de la gran galería, confiando en que la escena esa noche desprendiera su magia y premiara a mi tribu con una gran caza.
De pronto, sentí una voz que me llamaba. Atravesé mil vidas hasta salir del sueño que me atrapaba. Escuchaba voces cada vez más cercanas y en ellas reconocí a mis amigos que me animaban a saltar de la cama para ir a cantar al patrón. Durante unos segundos, quise atrapar esa sensación conjunta del duermevela: mi sueño como pintor en la gran sala de los Toros de Lascaux, cobraba ahora vida en los Sanfermines.