XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


FESTEJANDO LA VIDA

Marta Trius Chassaigne

Despierto a golpe de chupinazo y alegre abro el balcón. Oigo el vocerío y veo cómo la gente corre de un lado a otro animada por la fiesta que ya se huele en cada rincón. Vaqueros, camiseta, y ahora ya si, pañuelo rojo al cuello. Bajo las escaleras a trompicones. El sol que brilla intenso como nunca me ciega con sus rayos cargados de vida. Me cruzo con mis vecinos y siento que todo se ha normalizado tras dos duros años de pandemia.
En la panadería Ane me atiende frente al destartalado mostrador: “una barra de medio”. Con una enorme sonrisa y esa mirada cansada por el paso de los años, pero llena de vivencias, me ofrece el mejor pan que tiene dejando escapar un consejo: “disfruta de cada instante de tu vida María, no sabemos qué vendrá mañana, la única certeza es que los que estamos aquí debemos festejar San Fermín por los que nos han dejado”.
Le agradezco sus pausadas y sabias palabras. Porque si de algo ha de servirnos la recién concluida crisis sanitaria es para aprender a valorar lo que es realmente importante en la vida y dejar de quejarnos por lo que no tenemos.
 

LOS TOROS INVISIBLES

Antonio Campillo Prada

¿Y qué está haciendo Manolito con ese aparato en la cabeza? Se está preparando para el encierro de San Fermín. ¡Cómo así!, ¿no habían cancelado las fiestas este año? Si querida, las cancelaron; ya van dos años que cancelan las fiestas por la pandemia, es una pena; con la falta que nos hace reírnos y abrazarnos; pero bueno, así son las cosas, la salud debe estar primero que todo. Claro, eso es cierto, ¡caramba!, que me tumba! ¡Ay!, comadre venga y se sienta aquí porque este muchacho cuando tiene ese casco se olvida del mundo. ¡Manolo! ¡Manolo!, ¡llegó tu madrina Rosita! Tranquila comadre seguro no la escucha. ¡Ay!, cuando mi hijo se mete en esa realidad virtual yo me desespero porque nunca me presta atención. ¡Mamá!, ¡no me vuelvas a tocar! ¡Por tu culpa me acaba de cornear un toro! ¡Ay!, cariño, sería lo único bueno de la realidad virtual: que pueden pasarte males y nada es verdad; ven que bajando se sube al cielo, saluda a Rosita que ha venido a visitarnos. ¡Hola Rosita!, bonito barbijo. ¡Hola chaval!, ¿que te preparas para el encierro? Si Rosita, ¿quieres probar? ¡Dale!, me animo. Cuidado comadre no le vaya a dar un infarto. ¡Ay!, ¡virgen santa!