XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EN UN INSTANTE

Elena Gómez Martinez

El madrugón ha valido la pena, hemos conseguido colocarnos en la curva de Mercaderes, no hay mejor vista desde aquí y quiero que ella grabe su primer encierro a fuego en la retina. Delante de nosotros, la segunda barrera con decenas de fotógrafos esperando conseguir la mejor instantánea. A lo lejos, el bramido de la marabunta, reses y humanos batiéndose en una carrera desenfrenada hacia nuestra posición.

Yo debería estar ahí, como antes de haberlo perdido casi todo en la vida. Nunca había dejado de correr, pero el destino tiene muchas aristas y en el último año se me han clavado todas en el mismo costado. Si no fuera por su apoyo, no me quedarían fuerzas para seguir adelante. Pero hoy, dentro de unos segundos, acabaré con todo lo malo de una vez.

La multitud ruge, los flashes inundan la cuesta, se huele el sudor y el miedo… Apoyo el pie en la barrera para plantarme en dos saltos bajo las pezuñas de la manada. Entonces me giro y la veo sonriendo por la emoción. Comprendo que a su lado esto no es más que un comienzo. Mientras, se escuchan los gritos y los cencerros a lo largo de la Estafeta. 

EN PAMPLONA POR SAN FERMÍN

Carmen Aisa Larumbe

Muchos al verme por primera vez piensan que soy negro, susurran entre ellos, no saben que sus velas y miles antes de éstas, son las que ennegrecen mi talla.
La ciudad se tiñe de blanco con pinceladas rojas. El cosquilleo de miles de tripas se siente con epicentro en la plaza del Ayuntamiento. La música procedente de todos los rincones es bailada y cantada al unísono. Majestuosas danzas de cuatro metros de altura en su recorrido por calles y plazas son admiradas por mayores y pequeños. Autóctonos y extranjeros por igual, escuchan la jota erizándose el vello de sus brazos.
Por eso me encanta que me saquen en procesión todos los años, recién comenzadas las fiestas, el día 7 de julio es mi día y me baño en multitudes.
Miles de caras distintas de todas las edades y nacionalidades vienen a celebrar la fiesta, chupinazo, encierros, alegres calles llenas de bullicio, las peñas que en su deambular menean cualquier esqueleto, barracas, artesanía, fuegos artificiales y conciertos por doquier, crean todo un conjunto armónico que desatan emociones, haciendo de Pamplona un lugar con una fiesta sin igual, Riau, Riau…