XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


HOMENAJE AL EMIGRANTE

Luis Garcia Martínez

Es igual que sea julio, aquí siempre llueve. En Argenteuillo raro es ver el sol. Mi padre siempre me contaba cómo echaba de menos la terraza del café Iruña en verano cuando sobraban los jerséis y menguaban las cañas. Pero el hambre y la política no compran nostalgias y con una maleta de incertidumbres y el abrazo de su primo Wenceslao que le acogió sin pedir nada a cambio arrancó su segunda vida. Se acostumbró al frío y al orgullo francés, pero añoraba su tierra. Y sobre todo sus Sanfermines. Cada 7 de julio a las ocho en punto nos plantábamos ante el televisor. Me enseñó a decir Estafeta antes que cualquier otra palabra en español. Y luego trapío, Mercaderes o chupinazo y Riau-Riau que me hacían mucha gracia. Aquellos días de julio se convirtieron en el lazo que nos unía. Dos años sin Sanfermines y sin él. Todo se lo llevó el jodido virus. Lo pienso ahora mientras intento mimetizarme entre cientos de corredores. Aunque mi tez morena me delata. Y mi pelo rizado. Y mi acento. Pero corro como el que más y este año piso aquellas calles que las sentía mías delante de los toros que mi padre tanto amaba. 

GORA, FERMÍN

Sara Pinto Herranz

El abuelo lleva más de un año sin moverse. Desde que dijeron que no se celebraban los sanfermines el año pasado fue como que su cuerpo hubiera entrado en hibernación. Aquel día, cuando supo la noticia, se le cambió el semblante. Sin decir palabra se preparó unos huevos con txistorra, se lavó los dientes, se puso el pijama y se metió en la cama. Y desde entonces, está dormido. Se llama Fermín y nació en Pamplona el 6 de julio de 1920. Sí, muy típico. Así que para él, las fiestas siempre han sido una doble celebración. A principios del año pasado estaba exultante, no podía esperar a que llegara el día del txupinazo. Pero entonces llegó la pandemia.
Hoy se ha despertado y recostándose un poco en la cama ha preguntado: “Mañana es día 6, ¿verdad?” “Sí, aunque este año tampoco se celebra, ¿eh?”, le he respondido. Ha arrugado la cara y ha dicho muy serio: “Que conste que estos dos años no me cuentan. ¡En el 2022 celebro los cien!”. Y tras hacer una visita al váter, se ha metido en la cama y se ha dado media vuelta.