LOS PAÑUELOS DE ANDONI
Miguel ángel Moreno Cañizares
Conozco a un navarro singular. A Andoni le hablas de fútbol y mira para otro lado. Él dedica doce meses menos diez días a los pañuelos, y no le viene de familia. Le hablas de pañuelos y es el hombre más feliz del mundo. A su entender, lo fundamental son el tono, para lo cual no hay que dejarse seducir por nuevas gamas, y la tela, imprescindible que sea resistente. “Rojo y resistente al nudo de mago”, proclama.
Andoni distribuye los pañuelos rojos bordados con el santo que inundan las calles en los sanfermines. Con orgullo, almacena decenas de cajas clasificadas por tamaños. Desde pañuelicos para bebés hasta pañuelos XXL para tíos con cuello de toro. Hablando de toros, Andoni sólo ha corrido un encierro, y fue a los dieciocho años. “Por saber lo que se siente”, asegura. Ya ha llovido.
Cuenta Andoni que muchas noches ve Pamplona en sueños repleta de pañuelos suyos. Por desgracia, la pandemia le ha hecho un buen roto. Dos años sin fiestas suponen un mal negocio, casi la ruina. Pero Andoni, un navarro singular, piensa desembalarlos el año próximo. Rojos y resistentes, por supuesto. Y si le hablas de pañuelos, es el hombre más feliz del mundo.
LA ROSA NAVARRA
Loli Francés Mellado
Seis de Julio, Plaza del Castillo. Los gaiteros y txistularis están preparados en el quiosco. Ya suena la primera jotica que escucho este año. Mis amigos y yo nos sumamos a uno de los corros formados, que se abre acogedor. Me acomodo la faja roja sobre mi ropa blanca, bien anudadas las alpargatas. Al bailar, sonrío todo el tiempo, manteniendo mis brazos bien altos. Irradio gozo en cada vuelta precisa.
El corazón late deprisa tras el giro final. Un mozo pamplonés se me acerca. Lleva el blusón de su peña anudado a la cintura, un vasico de vino en la mano, la mirada pícara. Me da una rosa de ésas que se venden por la calle. Porque sí. Porque me ha gustado tu baile. Porque viva San Fermín, y Pamplona, y la Jota.