LA PROMESA
Uxue Irigoyen Martínez
Subo a la Villavesa y me sumerjo en la fiesta de golpe, sin preámbulos, ni miramientos. Una marea de blanco que zozobra en cada giro y se comprime en cada parada, dando cabida a más gente. Como un ensayo sin director de lo que será la Plaza del Ayuntamiento en breve.
Llego a tiempo. Risas nerviosas, conversaciones interrumpidas, empujones, disculpas… tensión. Los últimos minutos de espera. Me sudan las manos. Las cuadrillas se abrazan, las parejas se besan. Nadie se fija en que estoy sola.
Segundos para las doce. La Plaza es un hervidero. Mi corazón se acelera frenético; me falta el aire, me sobran las ganas de gritar… ¡me siguen sudando las manos! Preparo su pañuelo rojo, con su nombre bordado y lo alzo sobre mi cabeza, como una ofrenda amargamente aplazada.
Días de espera contenida, de angustia, desaliento, cansancio, impotencia… muerte. Este año, la explosión más significativa que nunca. Más ansiada. Más merecida.
Chupinazo de fiesta, júbilo y entusiasmo, a mi alrededor.
Para mí, chupinazo de tradición, de amor, de rabia sofocada y de resignación.
Promesa cumplida.
HACÍA TIEMPO
Marialuz Vicondoa álvarez
Hacía tiempo que había perdido movilidad física y consciencia. Hacía tiempo que la vida del exterior transcurría a través de la pantalla de la sala de aquella residencia, su casa desde que el alzheimer empezó a hacer estragos en ese cuerpo menudo y ajado. Aquel 6 de julio de 2020, en plena pandemia y todavía más sola, había pedido que la llevaran pronto a ver la televisión, en primera fila, desde donde vibraría como lo había hecho otras veces desde el Ayuntamiento. Con el pañuelico listo para colgarlo al cuello y los nervios a flor de piel, con la misma sonrisa que había lucido la víspera de San Fermín de muchos de sus 99 años, escuchó con veneración: “¡Pamploneses! ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!” Con el corazón en un puño, vio y vivió el estallido del chupinazo, y su cara y su alma se llenaron de luz, recuerdos, deseos, como siempre le ocurría. Se unió a los aplausos y gritos de compañeros y cuidadores que silenciaron lo que no llegó a escucharse: “Quedan inauguradas las fiestas de San Fermín 2019”. Su memoria vacía de presente impidió que el virus la despojara de una ilusión que había quedado anclada en su pasado… hacía tiempo.