ESPÍRITU SANFERMINERO
Mertxe Labrador Otamendi
Asciendo escalones desde enero hasta julio con festejos culinarios y cánticos al morenico.
Paseo, en las tardes de invierno, desde Santo Domingo hasta la Plaza de Toros, imaginándome ser el corredor besado por el aliento de los morlacos que callejean este itinerario los ocho días.
Saboreo, en las mañanas de primavera, una cazuelica de ajoarriero marinado con un caldo navarro, sentado en una terraza de la Plaza del Castillo, rememorando los acordes de charangas y de verbenas que amenizan el cuarto de estar de la nívea y roja Iruña durante nueve días.
Respiro, en los amaneceres de otoño, el aroma a churros de la Mañueta que devoran las bocas de joviales parejas tras una noche de jarana apasionada.
Habito en el alma de quien me siente sempiterno.
Soy… el espíritu sanferminero.
YO VOY
Marien Pérez Aranda
«Ostras. Qué dolor de cabeza. Voy a levantarme. Pero si no me puedo mover. Pero si…, ayer no bebí tanto. Será la marihuana. No, espera, pero si ayer no fumé… No me jodas que estoy malo. No, no, no… No puede ser. Yo en casa no me quedo. Sí, claro, como el año pasado que nos jodimos las fiestas por el puto COVID. Bueno, los dos últimos. Que no, que no. Me tomo algo y salgo. Vamos, ¿tres años aquí metido? Ni de coña. Ni muerto, vamos.»
«A ver, tenía yo un paracetamol por algún lado. Me llevo otro y ya está.»
-¿Qué pasa, tío? ¿Dónde estáis? Ah, OK, ya voy. Nos vemos. Agur.