XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MI VACUNA

Amaia Goñi

Me enorgullece compartir que tengo mi propia vacuna en estos tiempos de pandemia. Sí, de las buenas, de esas que tardan un poquito más en “salir” al mercado y de las que prometen (¡con garantías!) no tener ningún efecto secundario.
Mi vacuna es de aquí, de nuestra tierra. De esas que están elaboradas con mimo; con la esperanza como conservante y la tradición como envoltorio externo. Quizás no tenga ninguna fracción de ARN, pero sí mucha pasión… y esa sí que es imposible de fragmentar.
Entre sus ventajas, está la de no perder ninguna propiedad a pesar de la temperatura ambiente, lo que la convierte en accesible y apta para cualquier persona de este planeta. Quizás tenga el inconveniente de que es compleja de preparar, pero os aseguro que, desde luego, merece y mucho la pena.
Algo que alentará a quienes sufran de miedo a las agujas, es que no posee ninguna, aunque ello no le impida llegar a nuestro corazón. No distingue franjas de edad, prometido.
A pesar de todo lo dicho, mi vacuna no es sólo mía; prometo distribuirla entre todos los que compartan mi mismo sentimiento.

Mi vacuna… Mi vacuna eres tú, San Fermín.

Volveremos.
 

SINCRONÍAS

Marcos Pérez Barreiro

Si utilizaba calzado de tacón alto, tenía muchas posibilidades de acabar mal. Tal vez por eso, la obligación fue escoger.

No eran suyos. Eran los que había llevado su padre el día de su boda. Lo recordaba perfectamente porque también eran los que había llevado él, en la suya. Fue un deseo de última hora, ya que, en un principio, ya tenía decidido los que iba a llevar. Unos zapatos de color blanco con ribetes rojos. Los había adquirido en unos grandes almacenes a un precio bastante elevado. Tan elevado como sus tacones de aguja. Pero, a última hora, por superstición, decidió abandonarlos en un rincón. Le recordaban una vez que acudió a una corrida de toros y, el torero a la hora de entrar a matar, salió mal parado. Era una simetría que le traía malos recuerdos.

Por tal motivo, ahora, se encontraba delante de la gran multitud, con zapatos de tacón alto, dispuesto a todo. Incluso, a sucumbir en el intento. Un intento baldío si no consumía el fervor de partir. Estaba harto de una mujer infiel. Tanto, o más, que la multitud que le rodeaba. Aunque, la carrera de ellos fuese por devoción y, la de él, ella por despecho.