EMOCIONES DE UN CORREDOR NOVEL
Mónica Ruth Trujillo Gómez
Por fin voy a cumplir ese sueño tan anhelado que ha anidado en mi mente desde que mi maestra de “Cultura Internacional” nos presentó un vídeo de la fiesta de San Fermín en Pamplona. Mi corazón late frenético a cada paso que me acerca un poco más al mundo taurino tan exótico en mi tierra natal, Islandia. Cinco años para materializar mi sueño que durará unos tres minutos, pero que según muchos testimonios, será sin duda, uno de los momentos más sublimes de mi vida. Hincho mis pulmones con el aire tibio, grabo en mi memoria cada detalle: gente con un encanto particular, el sol que inunda de color la ciudad, calles empedradas, balcones pintorescos…..
Ya vestido de blanco con la ropa nueva exclusiva para la ocasión, anudo el pañuelo rojo a mi cuello sintiendo un escalofrío de placer. Partimos en tropel al sitio acordado de la parte vieja de la ciudad. Dan la partida y entonces me hago uno con la multitud sudorosa, el olor de los animales, los gritos y vítores del público me llegan lejanos mientras solo pienso en correr. De repente la puerta abierta de par en par me recibe por fin acogiéndome en su seno que jamás olvidaré.
DUDAS
Carlos Velázquez Goya
Hace casi dos años, al terminar el último encierro, se prometió no volver a correr ninguno más. Tenía una edad, un hijo, menos ganas. La vida avanza, se dijo también, y ya no necesitaba convencerse de que él también era capaz. Todo había cambiado, y siempre lo hizo en la misma dirección: era hora de dejarlo. Como antes lo decidieron sus amigos, él también se apartaría. Pero el año pasado ni siquiera hubo Sanfermines. Nadie corrió —él algo menos— y pudo esconder un cierto alivio entre el disgusto general. Había pasado un año, el siguiente será más fácil, pensó entonces. Y sin embargo las preguntas seguían ahí, escondidas. ¿Lo dejo porque no debo o porque no puedo? ¿Porque ya no me hace falta o porque no quiero? ¿Porque no lo necesito o porque ahora me da miedo? Parecía sencillo responderlas, aunque las respuestas eran siempre diferentes o incluso encontraba preguntas nuevas. ¿Las emociones se olvidan? ¿Se apagan? ¿Cómo recordaré un pasado aún tan vivo? Y entretanto siguió la pandemia. Otro año en blanco, sin rojo. Otro año para recordar cómo empezó todo, cuando decidió que tenía que probarlo para probarse él también. Nadie le obligó entonces. Nadie le obliga ahora. Sólo quiere la oportunidad.