SOÑAR DESPIERTO
Luis Landa El Busto
No era fácil aquella noche conciliar el sueño. Lo real y lo ficticio se mezclaban en mi mente como dos arroyos que se funden en el río. Me sentía en la cama como hoja diminuta, perdida entre los árboles del bosque, pero, eso sí, con savia fresca para disfrutar.
La fiesta iba a comenzar y yo había esperado 364 días para integrarme y regodearme del programa sanferminero. En mi aldea de Tierra Estella todo era quietud y sosiego, sin embargo esa tranquilidad, como joven agricultor, me aburría y estaba inquieto por no perderme ni un ápice de San Fermín.
Había ahorrado durante todo el año para trasladarme a Pamplona, alquilar una pensión modesta y gozar de las mil y una actividades que se me presentaban. Todo me apetecía: dianas, gigantes, Hemingway, capilla, churros en La Mañueta, baile de la alpargata y almuercico en Estafeta. Soñaba en ligar con una americana y disfrutar con ella del jolgorio en la calle, de la fraternidad pamplonica, de los fuegos y, sobre todo, de bailar los dos, amarrados y vestidos de blanco, las canciones románticas en la plaza del Castillo.
De pronto… desperté sin presencia de la chica californiana y con el tractor en marcha para labrar. Ilusiones.
CORRE
Antonio Jose Moro Hinojosa
Recuerdo todo perfectamente, la tensión del momento, mirar hacia ambos lados, buscando esa mirada confiada, y decirme a mi mismo, yo al lado de ese tipo todo el rato, se le ve seguro, se nota a la legua que es un hombre experimentado, me encanta su aplomo, su mirada fija, su vestimenta perfecta, su periódico en la mano derecha, agarrado con una fuerza inusual, se le marcan todas las venas de la mano, pero aún así, su respiración es normal, mientras la mía está tan acelerada, que creo que todos me miran a mi, definitivamente si, me pondré a su lado he intentaré captar todos los movimientos que haga,
De pronto un sonido me saco de mis pensamientos, y me devolvió a la realidad presente, fue el cohete que anunciaba la apertura de la puerta de toriles, mi cabeza se volvió loca, buscando de derecha a izquierda y viceversa los rostros de los presentes, algunos se desencajaban, y emprendían la carrera, pero aquel tipo de allí, no se inmutó, su rostro seguía imperturbable, y apenas lo giró un momento para ver si el camino estaba despejado para su carrera, me miró, y me dijo, – corre!!