XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


ESTE AÑO

Francisco Juan Barata Bausach

Este año quise correr los toros como cada año.
Pero a mí alrededor todo era brumas, los toros eran atisbos, mis amigos sombras turbadoras y Julen, mi amigo, ¡qué gran tipo!, después de tantos años nunca correría otra vez a mi lado.
Desde que sonó el txupinazo en una plaza tan desierta, desde que sonó el último cantico frente a San Fermín, corrí rodeado de sombras que lidiaron una carrera fantasma; pero quise estar, por los que no están, por los que una vez estuvieron, por aquellos que no volverán; y cuando cogí astado, en vez de envestirme estoy seguro que me acompañó.
Este año no se celebran los sanfermines, pero muchos corrían junto a mí.
Y cuando llegué a la Plaza, los fantasmas desaparecieron, los toros volaron hacia el cielo, mientras las gradas repletas de gentes en pie estaban aplaudiendo, y entonces me vi, con mi bata verde, con mi estetoscopio, con una mascarilla azul cubriendo mi boca, rodeado de tantos que estuvieron y no están, de tantos que estarían, pero un parásito sin nobleza, más breve que un soplo de vida, cuando ellos no querían…, se los llevó.
 

TE CUENTO MI DÍA, AMOR.

Mario Hildebrando García Jarrín

El chupinazo marcó el inicio de la fiesta, pero el cohete que esta mañana abrió las puertas del chiquero sí que me hizo temblar de pies a cabeza. A dos cuadras de las puertas de los corrales siento, con el ruido de los cencerros, como se van acercando las reses. Apenas diviso a los animales cuando ya los siento encima de mí. Dos azabaches corren flanqueándome. Pero, delante y detrás mío los veo multiplicados: a un jabonero, a un sardo, a uno de color melocotón que va como diez metros adelante. Me sobreparo para verte animarme desde el balcón de una casa y veo pasar a un berrendo grande y cornalón que parece haberse asociado con un castaño que va junto a él, muy pegado y a la misma velocidad. Fueron los dos minutos con veinticinco segundos más adrenalínicos de mi vida… Y sí, ya está entre mis recuerdos más imborrables; como esta cena en este restaurante, este hacer el indio a tu lado, disfrutando a más no poder los Sanfermines. O éste tierno beso con el que has cerrado mi día tan agitado a la vez que te despides de mí con un dulce e inolvidable “Eres tan valiente, mi amor…”