MOMENTOS.
María ángeles García Jimeno
La plaza del Castillo tenía ya a la mitad de las personas que cabían vestidas del tono blanco y rojo de la fiesta. Había agentes de policía por si acaso. El virus había suspendido los actos de San Fermín, pero no las ganas. En la terraza del casino Iruña una mujer mayor y una joven veían el ambiente. Los ojos de la mujer se perdían en el tiempo.
— Herminia que llegamos tarde.
— Ya voy, Javier— contestaba ella a su enérgico marido.
La plaza de toros estaba llena de personas que querían ver la entrada de los corredores a la arena esquivando a los toros. Entonces todavía había algún embotellamiento en la entrada a la plaza. Después vendría un buen chocolate con churros. Y así varios madrugones.
Algún petardo le sacó de sus pensamientos en sepia y la chica le dijo que había que brindar, que ya era San Fermín. Raquel, la muchacha se colocó su pañuelo rojo en el cuello. Antes estaba en su muñeca. Poco a poco la gente se animaba. Como cuando iba a las verbenas; o veía los fuegos artificiales cerca de la Ciudadela para terminar hasta tarde en las barracas.
Ella también tenía sus recuerdos.
POR FIN
Rebeca Dueñas González
Sé que me sigues de cerca. Siento tu aliento rozando mi piel. Es mejor aún de lo que imaginaba. Mi pulso se acelera. Me embriaga una emoción eufórica. Cumplo, por fin, mi ansiado sueño infantil.
En apenas ocho minutos alcanzo el infinito. Es blanco con una franja roja. Increíble.