XIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


PAÑUELOS AL SOL

Juan José Villar Osés

– Papá, ¿cuándo son las fiestas?
– Habrá que esperar un poco, al seis de julio.
– Y eso, ¿cuándo es? Quiero ponerme el pañuelo rojo y correr en la calle de la esta…fiesta.
– En la Estafeta Balín, es la calle de los toros donde corren los mayores.
– Pues yo corro con los kilikis. Y también quiero ir a las barracas.
– Este año no va a poder ser.
– Jo qué rollo, el otro año tampoco fuimos. Que, aunque era pequeño, me acuerdo, eh.
– Ya, pues aún habrá que esperar un poquito más porque se ha escapado un bichito pequeño y peligroso.
– ¿El bicho de las espinas?
– Ese.
– Puaf.
– Bueno, ya nos estamos preparando para quitarlo y volver a la fiesta.
– Ah, eso que le han pinchao, a la abuela Josefina.
– Sí, la vacuna.
– Pues que se den prisa, porras.
No puedo evitar una lágrima que disimulo ante Balín, mientras repaso la ropa de blanco y rojo.

A los pocos días salimos a pasear y…
¡Hay música y vienen los gigantes!
No está todo lo de siempre, pero promete volver.
Balín salta y sonríe con su pañuelo al sol.
 

LA PROMESA

Idoia Feliu Martínez

Se conocieron en la peña La Jarana el 12 de julio de 2019, Día dedicado a los mayores en las fiestas de San Fermín, y tras una noche de fiesta y pasión, visitando todos los bares y peñas del Casco Viejo, se prometieron volver a encontrarse al año siguiente, mismo día misma hora y mismo sitio donde se conocieron.
¡Quién se hubiera podido imaginar que en el año 2020 no iba a haber Sanfermines!.
Llegó julio y Pamplona enmudecía irreconocible, conteniendo las ganas de fiesta, casi sin saber que hacer, con cierto de aire de tristeza y desconcierto.
12 de julio de 2020 ¿cómo cumplir una promesa un año después sin que hubiera festejos que les acogiera?. Durante el viaje en el avión la duda invadía sus cuerpos.
Con un paso de esperanza y otro de desasosiego, iban pasando por delante de las peñas de Jarauta recordando el pacto que se hicieron. El Txarco, el Bronce, Oberena, la Alegría, la Aldapa… ahí estaban todas, con las persianas cerradas suspirando por volver a abrir.
En el cruce con la calle San Lorenzo se vieron a lo lejos. Ahí estaban, como se prometieron.
Volvieron al año siguiente, pero esta vez llegaron ya, con sus manos entrelazadas.