EMBESTIDA
Luis Alberto Ramos Mendez
La miro tan perfecta, tan a tiempo, tan en la esquina, que por un momento rebajo la marcha como quien celebra unos rulos de oro y una boca de alelí, y unas tetas de cuarzo ahumado, y se rinde ante lo implacable y lo rotundo, de unos pómulos, que se tensan a medida que yo avanzo hacia ella, por inercia, porque es mi trabajo o en todo caso, mi misión, para eso estoy, para eso soy, al parecer, para estrellarme contra la silueta sublime de los rulos, del cuarzo, de los pómulos, reconociéndome perdidamente enamorado en un instante, sin siquiera saber cómo se llama el cuerpo que por mi culpa yace herido sobre la vereda, quiero volver y estar con ella, lamerle las heridas que yo mismo le causé, pero no puedo parar, mi misión es otra, estoy y soy para otra cosa… Hay demasiada gente vestida de blanco corriendo en derredor, tienen pañuelos rojos, y yo no tengo calma.
LA CURIOSA RAZÓN POR LA QUE LOS AUSTRALIANOS SON TAN AFICIONADOS A LOS ENCIERROS DE SAN FERMÍN
Luis David San Juan Pajares
Jerry Jerson fue un pionero en su tierra. En 1930 cruzó medio mundo —literalmente— para vivir una experiencia íntima. Espiritual, incluso. Una fiesta, un viaje iniciático inspirado por un santo cuya fama traspasaba fronteras.
Una mañana de verano, en medio de la calle Mercaderes, dudó: ¿estaba siguiendo bien las indicaciones que le dieron en la posada? ¿Quiénes eran todos esos mozos? Por sus rostros transfigurados, no podían ser sino compañeros de viaje, entusiastas de su misma causa, incomprendidos peregrinos en un mundo escandalizado ante semejante locura.
Sin duda había equivocado el camino. Dio media vuelta y decidió seguirlos adoptando en todo sus costumbres, en especial el ritmo veloz de su carrera: ellos sabían mejor que él lo que convenía hacer. Llegó a la meta de su viaje mucho antes de lo esperado descubriendo una nueva forma de vivir, otro modo de comprender la existencia.
Quedó deslumbrado. Las sensaciones que experimentó fueron gozosamente más intensas de lo que nunca hubiera imaginado. Cuando lo contó en su país, otros muchos siguieron sus pasos. Lo que Jerry jamás supo explicar es por qué la catedral de Santiago está en Pamplona y no tiene retablos, sino tendidos a reventar ocupados por nutridas peñas de rendidos y bulliciosos devotos.
FINAL DE PATRICIO
Luis José Mata
Entraron apresurados en la habitación. El mayor del grupo corrió hacia la ventana para seguir viendo correr los toros. Su hermana dejo caer una vela en el suelo. Los otros compañeros sudaban al sentir el aire caliente que entraba por la puerta. Patricio, uno de ellos, sangraba profundamente y su pareja cerró la puerta de un solo tirón. Dos minutos después oyeron ruidos fuertes afuera. Algo le pegó duro a la puerta. Todos permanecieron en silencio. Se mantuvieron estáticos por más de diez minutos. Su entusiasmo por el festival había decaído. El golpeo de la puerta desapareció. Pasados esos minutos la sangre de Patricio ya no corría hacia el suelo, y su respiración se había extinguido. ¡Pobre de él!