XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


CUENTAME SAN FERMIN

Margarita Martínez Junquera

CUENTAME SAN FERMÍN

¿Cuánto siglos tienes de Historia? Me cuesta contarlos si no uso los dedos. No es que no sepa contar, es que el vino de la mañana, nubló mi mente hace unas horas,
Te prometo que han sido pocos, 12 chatos de nada, de esos cortitos que entran solos.
Sigo buscando la feria, ¿La feria de mercaderes no? O igual lo he soñado. Estos efluvios del vino me están matando.
Lo voy a buscar en San Google, si consigo leer lo que me pone. Las letras me bailan, ya decía yo que tenía que usar gafas.
Como no consigo leer nada, me voy a tomar otro chato. Igual preguntando en el bar, me lo aclaran.
Me he tomado otros tres, que le vamos hacer, si es que están endemoniados, estos vinos del lugar.
Nada, que no hay feria, que cuando miré el programa, debí leerlo mal.
Me queda ir mañana al encierro, ¿Y si corro, en vez de mirar?
No parece tan difícil, creo yo. ¿Qué tiene de complicado, tirar Estafeta hacia arriba corriendo sin parar?
Hombre, pues algo debe tener, porque no todo el mundo lo hace sin mas. Pero vamos, que es la cuesta, no el astado que va detrás.
 

SEIS DE JULIO

Margarita Del Brezo

Hace tiempo que perdió la memoria, tanto que ya ni me acuerdo. Cada mañana se sienta en su butaca, al lado de la ventana, y mira sin ver. En raras ocasiones habla en alto, como para hacerse compañía. Después el mutismo lo inunda todo de nuevo y me ahoga. Así un día y otro. Cada año. Hasta que el seis de julio suena el chupinazo y se produce la magia. Con el ruido de la pólvora balanceándose todavía en el aire, vuelve sus ojos hacia mí y me reconoce. ¡Fermín!, dice, y mi nombre se abre paso sin dificultad entre su sonrisa. Me tiende sus manos arrugadas, las que tantas veces acariciaron mi cuerpo, y, como un niño huérfano, apoyo la cabeza en su regazo y me quedo muy quieto para no romper el hechizo. Has venido, susurra. Y lo repite lentamente, como en una letanía apenas perceptible mientras las calles se llenan de gente vestida de blanco y rojo que habla a voces y brinda por la fiesta recién comenzada. Pero ella no se da cuenta: ha regresado ya a ese lugar lejano, que ni siquiera aparece en los mapas, en el que habita. Y yo comienzo a cantar el “Pobre de mí”. 

EN PUNTO

Mari Jose Olite Merino

Pavimento mojado, resbaladizo, nubes en el cielo entre las que asoma un rayito de sol.
Paso ligero, firme hacia la cuesta de Santo Domingo.
Sueño agitado la noche anterior.
Tic-tac, faltan diez minutos.
Impecable blancura en el pantalón, camiseta impoluta. Cálido pañuelo carmín al cuello; un abrazo rojo sangre rodea la cintura.
Tic- tac, faltan cinco minutos.
Calzado cómodo, cordones bien atados. Pulsaciones aceleradas, saltitos nerviosos para desentumecer los músculos. Torbellino de adrenalina.
Suena el eco del cántico al Santo. Capote protector.
Tic-tac, dos minutos.
Rostros serios, intercambio de tensas miradas, flota en el aire un atronador silencio.
Tradición, riesgo, valor, miedo…..muerte
Ocho en punto, un cohete anunciador. Comienza el Encierro¡¡¡