XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


AL OTRO LADO

María López Correa

Desde hacía muchos años, ella se levantaba todos los meses de julio a las seis de la mañana. Se metía en la ducha como cualquier otro día y después desayunaba en la terraza con calma, preparándose para ir a trabajar.
Cuando ya estaba lista volvía al salón y encendía la televisión, justo en el momento en el que los informativos conectaban con los equipos de reporteros en la ciudad de Pamplona para retransmitir los encierros.
Mientras los corredores se encomendaban al santo, se veía a sí misma en el reflejo con el pelo cano y más arrugas en el rostro y el alma que el año anterior, y que hacía dos, y tres y desde ya tanto tiempo. Y lo buscaba, hasta que daba con él.
Él la esperaba como siempre en la curva de Mercaderes, con su pañuelico rojo al cuello y la mirada fija a cámara, llena de todas las palabras por decir. Durante esos segundos se veían el uno en los ojos del otro traspasando fronteras y las agujas de los relojes del mundo retrocedían veinte años atrás, cuando se prometieron que nada ni nadie, ni la vida misma, los podría separar.  

TÚ GRANDE, YO PEQUEÑO

María Calatayud Dendariarena

Es 7 de julio. Ahí sale San Fermín. Por fin. El santo morenico vuelve a pasear por las calles de Pamplona. Un grupo de escoltas de gran altura acompaña a nuestro patrón. Giran y giran, al son de la música, bailando sin parar.

Antes me daban un miedo “quepaqué”. Pero ya no. Porque voy de tu mano. Cuatro parejas de reyes de cuatro razas diferentes, la europea, la asiática, la africana y la americana. Y tú y yo.

Ocho gigantes, que contigo y conmigo son diez. Porque a hombros de gigante me hago uno de ellos. Y tú, conmigo, sosteniéndome, te haces pequeño.

Yo grande, tú pequeño. Tú grande, yo pequeño.

Juntos, gigantes. Con mirada grande. De pequeño.

 

OSASUNBIDEA LIMITA LA CIUDAD

María Lobato

Osasunbidea limita la ciudad.

Ese sitio al que nadie quiere ir, si no es para nacer.

Ese sitio del que quieren huir, si no es para salir curados.

Y, sin embargo, qué importante fue cuando todo estuvo encerrado.

Nos cerraron muchas cosas, pero la que nos da la vida, se quedó abierta.

Por eso, ahora que volvemos a todo: a quedar con la cuadrilla y tomar nuestros pintxos; que vamos de pote después de hacer la borota; que quedamos en las bajeras para evitar acabar jarreados por las calles.

Ahora que tenemos tanta txirrinta a que llegue el 6 de julio para levantarnos temprano a hacer el almuerzo.

Ahora que nos galardonamos de blanco y nos empolvamos el cuello con el rojo vida de sangre o el morado pasión feminista, reconozcamos que ellos siempre estuvieron aun cuando ninguno pudimos hacer mucho a cambio o ¿es qué los aplausos lo eran todo?

Por favor, dejad descansar estos días al Osasunbidea que, ya sabéis, que está para menesteres más importantes.

Ahora, lo que toca, es brindar por ellos con los de siempre, a los que echábamos de menos, al grito de “Viva San Fermín” y «vivid vosotros que nos hicisteis vivir».

Ahora.