LA ALPARGATA
Ana Lizarraga Marin
Es curioso como los nervios se llegan a apoderar de mi persona la noche del cinco de julio.
Tanto tiempo esperando este momento, tanta gente que echaré de menos, pero tendré en mi pensamiento y en mi corazón en el momento del chupinazo.
Cierro mis ojos mientras enlazo entre mis dedos la cadena que rodea mi cuello y acaricio mi colgante de la alpargata. El pequeño amuleto de la suerte que mi madre me regaló y que lleva conmigo los últimos cinco años y me acompaña del siete al catorce de julio todos los encierros en la cuesta de Santo Domingo.
Este año por fin volveré a reunirme con mi gente y aunque por esta maldita pandemia habrá vacíos en la mesa del almuerzo del día seis, a nuestra memoria volverán sus sonrisas, sus cantos y todo aquellos recuerdos que año tras año hacía de cada almuerzo un día increíble. Ya tengo ganas de poder escuchar vibrar una jota, de ver bailar a mi gigante favorito al sonido de las gaitas y de volver a ver el cielo iluminado con esas luces de colores. Ya sueño con poder atar las cintas de aquellas alpargatas y de atar mi pañuelo rojo al cuello.¡Ya falta menos!
ESTÁIS EN MÍ
Ana C. Sancho Casas
Encierro en la Plaza y chocolate con churros en la Estafeta. Con la mejor comparsa. Caras de sueño y vigilia. Calle Mayor, 7 de julio, procesión. Por fin nos acomodamos en un lado de la calle. Compartimos sonrisa, talante amigable y sombrero de fiesta. El cielo, azul infinito, nos acoge. El aire enjabonado de la mañana me invita a respirar profundo. Pero lo importante es la compañía, los que somos, los que estamos, los que hemos querido venir. Buenas maneras y buenos mimbres. Mejor cosecha. Llevo plomo en las alas y no levanto el vuelo. Me ocurre todo y también nada. Estoy bien. Rodeada de multitud y de soledad. Me atraviesa la emoción. Este es un momento de verdad. Este año no será igual, este año nada será igual. No estáis aquí. Pero estáis en mí. En lo que ahora siento, en cómo lo siento, en cómo me siento. Siempre estaréis en mí. Siempre San Fermín: encierro, desayuno, gigantes, encuentro, devoción, comida, baño, conversación, toros, barracas, cena, paseo, fuegos, baile… Nos ha pasado la vida por encima. Y, sin embargo, nos ofrece otra oportunidad.
VOLVERÉ
Ana Isabel Rodríguez Vázquez
Mi primera visita a Pamplona, mis primeros Sanfermines y primer encierro. Necesito saber qué se siente. ¿ Es realmente tan emocionante correr por las calles delante de una manada de toros?.
De blanco impoluto, con mi pañuelo rojo al cuello y la inconsciencia del novato,me uno a los corredores. A los pocos metros mis pies vuelan y el corazón se me desboca. Escucho los gritos de la gente y siento a mi espalda la furia del toro. El pitón del animal me arrastra por el suelo y sus ojos están tan cerca de los míos, que puedo sentir el calor de su aliento.
Nos miramos. Yo con la sangre helada y el miedo atenazándome las entrañas, él con la arrogancia del que se sabe vencedor.
No sé en qué momento decidió perdonarme la vida, ni cómo llegué hasta la ambulancia. Deben ser los efectos de la medicación, porque voy camino del hospital, con la ropa hecha jirones, y en lo único que pienso es en volver el año próximo.