LA PRIMERA VEZ
Marisa López Diz
Nunca antes había estado tan nervioso. Era la primera que iba a correr los Sanfermines. El griterío de la gente, el sonido atronador de las bandas de música, los chistus y chupinazos… le ponían más nervioso aún. Sabía que el momento estaba ya muy cerca.
Para él aquel día del año era el más importante. No podía fallar. Tenía que admitir que tenía miedo, pero ya no había vuelta atrás.
Aquella mañana había muchos corredores, no iba a ser fácil. En la cuesta de Santo Domingo suenan tres veces los cánticos al santo pidiendo protección.. ¡Gora San Femín !
Empieza la cuenta atrás. Se escucha el estruendo del chupinazo en el aire. Se abren las puertas de los corrales. Los primeros 280 metros por delante. Los más peligrosos.
Teme resbalar y caer en la curva de Mercaderes. Una caída allí podría ser fatal.
Respira profundamente. Es el primero en salir corriendo. Siente los gritos del pastor pero, ante él, solo ve una enorme mancha blanca y roja. Había llegado el momento.
Embiste al aire con sus cuernos y corre hacia su destino mientras le siguen muy cerca sus hermanos. Ahora solo le toca demostrar la nobleza de su casta.
PUERTAS Y VENTANAS
Marta Vidondo Ansó
La imagen de la pequeña pantalla reflejaba en las paredes blancas el estruendo de los fuegos artificiales y la luz de las velas. Un sencillo resplandor alrededor de una fachada histórica, en un ambiente festivo ya agotado, casi finito. Desde la calle se veía una cara anciana cansada, que esperaba al último ruido para poder irse a dormir. Un día más. Un año más. El primero para muchos. El último para otros.
PAÑUELO ROJO
Marta Cristina Padrós
Estaba ahí, con su pañuelo rojo en la cabeza, cantando bajito, como cada 7 de Julio, mientras regaba el jardín de aquella casa que los años transformaron en fortaleza. Fue una inmigrante como otros que anclaron su vida en la costa argentina porque algún barco español “los escupiera” de sus entrañas … Para no olvidarse de sí, cantaba:-“1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo…hasta que fuerte le salía:- ¡7 de Juliooooo es San Fermín!… a Pamplona hemos de ir “-.
-¿Cuándo iremos a ahí?- le preguntaba desde que mi infancia se llenó de reyes españoles y caballos pampeanos.
-Algún día iremos…»volando”- me respondía con una tristeza que no la entristecía mientras cantara.
Los años se fueron volando. Mi abuela dejó de regar su jardín, de caminar por la casa. Aún en su cama, con el pañuelo rojo en el cuello, nunca dejó de cantar. Y un 7 de Julio, murió.
Yo seguí cantando cada 7 de Julio, para mantenerla viva…
Entendí lo que es volver a pertenecer: el pañuelo rojo de la abuela sostenido con mis manos en alto. Un chupinazo convierte la fiesta en su homenaje. Estábamos ahí, caminado entre la multitud con una alegría que sí nos alegraba.