XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MI PRIMER SAN FERMÍN

Anahí Taipe Maldonado

6/7
Es el primero.
Se nota en el ambiente.
Todo es tenso y a la vez muy familiar.
Todos lo esperamos. No sabemos muy bien por qué.
El sentimiento es inmenso. Es indescriptible. Es inigualable.
Pocos nos conocemos, pero todos somos amigos. Hay algo que nos une.
Se huelen los nervios a distancia. No parece importante. Quien no está, no lo entiende.
El espacio es pequeño. Hay mucha gente. Solo se ve blanco. Solo se ve rojo. La paciencia se…
3… 2… 1… ¡Suena el cohete! ”¡Pamploneses! ¡Pamplonesas! ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!”
Todo se inunda de alegría. La gente llora, grita. Anudamos el pañuelo. Ahora somos felices.
Lloro y no es tristeza, es alegría, es entusiasmo. Todo se contagia, todo parece distinto.
Huele a felicidad. También a vino y también a sudor. Huele a blanco y rojo.
¡Ahora a disfrutar! Encierros, procesión, fuegos artificiales…
Gigantes, cabezudos, barracas… ¡Fiesta!
Solo esperamos una cosa.
Que no se acab…
¡Pobre de mí!
15/7
 

ASTA DE TORO

Anate Riveras Avecilla

El siete de julio le pareció a Mateo una buena fecha. Su rival desconocía aún que viviría su última carrera en los sanfermines. Todo planeado para despejar el camino hacia la chica en la que ambos habían puesto sus ojos. Aprovecharía el momento del encierro para perpetrar su plan; nadie se daría cuenta de nada con el griterío popular y la maraña de mozos caídos y atropellados, pateados y corneados por los toros. Lo seguiría de cerca sin perderlo de vista, a la espera de un derribo colectivo, el objeto bien apretado en la mano. Ane correría en el pelotón de rezagados, detrás de las bestias. Seguramente gritaría sus nombres en la distancia, sacudida en la multitud entre tropiezos y empujones. Para cuando fuera llegando al final del recorrido, localizaría el cuerpo de Julen tirado en el suelo de costado. Conforme se acercara al inerte, la herida de degüello simularía el pañuelico rojo, bajo una tez lívida inanimada. Dirían que fue un cuerno.
Así lo había proyectado Mateo, escrito y guardado en una carpeta de archivos con el nombre de “Asta de toro”. Su hermana la descubrió llorando frente al ordenador la víspera de las fiestas. Su muerte se había producido en extrañas circunstancias.
 

POR MI MADRE

Ander Elcano Sanchez

No nací en Pamplona.

A punto de cumplir los treinta y sintiendo las mariposas desde abril, he empezado a cuestionarme de donde surge todo esto. ¿Cómo es posible que siendo de un pueblo muy pequeño me sienta tan sanferminero como cualquier nacido en Navarrería?

La respuesta es muy fácil, por mi madre. Por comprarme la colección de gigantes, por la ruta mañanera PTV “pintxo, taconera y vermú”, por dejarse sus ahorros en las barracas, por presentarme a las hijas de sus amigas, por convertir dobladillos negros en blancos.

Recuerdo como cada 5 de julio nos mudábamos al piso de mi abuela. Madrugar, siesta, fuegos y a la cama. Mi madre consiguió guardar en pildoritas toda la emoción de las fiestas para ir dándomelas poco a poco, como una poción mágica que te inocula el sentimiento por el pañuelico rojo.

No vivo en Pamplona, no es imprescindible para sentirte de aquí. 

CUERPO DE ÉLITE

Andoni Ormaetxe Fano

—Hoy va a ser un pandemónium. Quiero mano dura. Primero actuamos y luego preguntamos. No duden. Que les espachurramos la nariz, estarán más guapos; que les rompemos las gafas, el ayuntamiento tiene seguro.

Los miembros del grupo de asalto están sentados por hileras en la sala de briefing. «El Alcalde» señala las calles más conflictivas en la pantalla.

Una vez asignados los cometidos, les dan la suelta. Las unidades se ajustan los chalecos, recogen un garrote del montón que hay junto a la puerta y se marchan por parejas.

Al salir, con las prisas, los cabezones chocan con las jambas como bolas de pinball. Napoleón y “el Japones” han quedado atrapados al tratar de pasar al mismo tiempo; se gritan, se escupen y se dan de manotazos y empujones.

Verrugón, para evitar lesiones, recorre el pasillo saltando como una rana, hace molinetes con los brazos y ensaya un par de golpes a derecha e izquierda.
—No se me va a escapar ni uno de esos enanos malditos —dice—. Y a los padres y abuelos… los voy a dejar morados como berenjenas.

 

EL CAJÓN DE LOS PAÑUELOS

Andoni Cabeza Ramírez

Bueno pues ya está todo recogido, esas cajas son para donar, esas para tirar y esas para vender. Lo único que no sé, es qué hacer con todo lo que hay en ese cajón …Ese cajón era de mi madre, le explico, es el cajón de los pañuelos, fácilmente habrá cincuenta… Todos están limpios, planchados y ordenados, algunos están nuevos. En ese cajón guardaba mi madre los pañuelos de San Fermín, mira aquí está el que usaba yo de pequeña con Carvinagre bordado, el de mi peña, y el que nos regalaron en la boda de mi primo. El suyo, siempre con el santo bordado en oro, y otras joyas como el de Eroski 92, el de Kas 04 o esté en el que sale Induráin. Mi madre los guardaba todos, y cada año compraba alguno. Siempre que alguien venía a casa por primera vez, salía con un pañuelo y una invitación para venir a las fiestas, aunque fuera Navidad. Con ese cajón sólo se puede hacer una cosa, el día 6 de julio a las 12:00h en la estación de autobuses se los iré regalando a todos aquellos que por primera vez pisen Pamplona, ese será mi homenaje mamá.