UN DÍA INOLVIDABLE
Andrea San Martin Chaler
– Mamá, ¿Dónde tienes el pañuelico? El pañuelo rojo al menos nos lo pondremos ¿o qué? No me mires así. ¿No te acuerdas qué día es hoy? ¡Con lo que te ha gustado siempre este día! ¡Ah! ¡Ya decía yo! Esa sonrisa me dice que sí. Venga, no seas perezosa. Deja que te ate el nudo. ¿Cómo te gustaba más? ¿hacia adelante, o hacía atrás? Bueno, después del cohete lo atamos mejor que tú siempre has sido mujer supersticiosa. Venga mamá, vamos a alegrarnos. ¿Te acuerdas qué bien nos lo pasábamos? Los nervios del día anterior, preparando la ropa blanca encima de la cama. Papá nervioso porque este año, como el anterior, los pantalones no le atan. El almuercico con la cuadrilla. El champán traicionero y los huevos fritos con chistorra, por supuesto. La charanga y nuestros bailes con sus respectivas agujetas los días posteriores. ¡Qué contenta te veo ahora! ¡Uy! que se nos pasa la hora. ¿Cantamos algo mientras esperamos a las doce? A ver mamá, cántame tú que de esta canción sé que no te olvidas. ¿Cómo sigue? Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de Junio… ¿Siete de Julio?
– ¡San Fermín!
¿QUÉ ES SAN FERMÍN?
Andrea Inza Gastón
San Fermín para los pamplonicas es una unidad de tiempo. Los recuerdos se ubican según si fue antes o después de las fiestas más famosas del mundo entero, o si «hace tres sanfermines que no nos vemos». Las vacaciones se organizan evitando la primera quincena de julio y hay a quién, que si coinciden con estas fechas, su cuerpo no le permite salir de la ciudad.
Y no es para menos. Esta fiesta sin igual no recibe ese nombre al azar. A Pamplona llega cada año una brisa de felicidad que se va acercando escalón a escalón hasta llegar al mes de julio. Ya al comenzar el mes se empiezan a sentir nervios en las calles, decoradas de tenderetes blancos, que se van llenando de familiares y amigos que no pueden faltar en estas fechas. Y con el chupinazo y durante 9 días, no hay persona joven o mayor, que no sienta un poquito de esta felicidad repartida por todos los rincones de la capital navarra durante las 204 horas que se celebran las fiestas.
Los siguientes meses sirven para recordarlos, comenzar a preparar los del año que viene y empezar la cuenta atrás, porque ya falta menos.
¡Viva San Fermin! Gora San Fermin!
CONTRA TI
Andrés Lopetegui Santos
Lo que más miedo da no es el toro (a ese ni le ves) sino el jeto que traen los que le preceden. Cabezas en ebullición que gritan en silencio y doblan la esquina y te miran; ahora a ti y ahora hacia atrás, como búhos desnortados.
El toro en realidad no existe. Da igual que lo tengas bufando en tu nuca o a quinientos metros. Sus astas miden lo que tú quieras. Por supuesto, corres contra ti.
El piso era de renta antigua y estaba en el uno de la Estafeta. La Diputación se lo había cedido a mis abuelos, cuando todavía se hacían esas cosas. Un quinto con cuatro balcones a la calle. Nuestras jaranas culminaban ahí, en busca de cobijo y churros.
Pero esta mañana hemos olvidado las llaves y mi abuela no oye el timbre y a nuestro alrededor los operarios ya colocan las vallas y empezamos a ponernos nerviosos.
Otro timbrazo y nada. Por la calle se aproxima la fila de municipales, como una gran mano que acaricia a contrapelo. Y nosotros mirando al balcón, por si sale mi abuela.
-¿Vais a correr? Si no tenéis que salir.
Miro a mi hermano. Grita en silencio, lo oigo.
THE RED HANDKERCHIEF
Andrés De Lucas Jaramillo
Would I meet you again at the end of Estafeta Street?
I remember that every morning in July, you looked gorgeous with your tiny red handkerchief. I wanted to talk with you, but I was too shy to just go and try it. La fiesta had already begun. I used to simply get lost in the narrow streets of the centre, waiting for a miracle that would let me say “hi” to you.
The miracle happened. It occurred in the morning encierro. I was running from the bulls like the other people when suddenly I fell to the ground and two or three bulls stepped on my body. My right ankle was broken. But, after the bulls had passed, you got closer to me, asking if I was OK. And the rest is history.
While I’m telling you this, a light beam is just sneaking in through the glass of the window. It illuminates your grey hair that has been bathed in the snows of time, like we enjoyed singing. There are also a bunch of white pills on the table, along with a glass of water.
Would I find you again with your red handkerchief tied to your neck? Will you remember me?
INVEROSÍMIL
Andrés Nortes Navarro
INVEROSÍMIL
No fue porque aquel año el personaje elegido para lanzar el chupinazo acudiera en calzoncillos el día seis de julio al balcón donde se situaban protocolariamente las autoridades municipales y sus invitados. Tampoco por ver a los miembros de las bandas de música desfilando por las calles de Pamplona ataviados con sombreros mejicanos repletos de lentejuelas, y a los chistus del alarde acompañados por enormes guitarrones. Ni siquiera me extrañó que la adusta expresión del rostro de Caravinagre se hubiera trocado de forma enigmática en una cara de sonrisa amable y el resto de los kilikis repartieran caricias y golosinas, en lugar de vergazos de espuma, a la asustadiza chiquillería que los provocaba con su griterío medianero entre el cariño y el miedo.
Lo que realmente me convenció de no estar inmerso en la vida real, sino en el mundo alternativo de un extraño sueño provocado por un exceso de huevos fritos con chistorra, fue escuchar a mi madre decir con toda naturalidad, mientras sus cinco nietos la miraban desconcertados:
─Este año se me ha olvidado comprar vuestros pañuelitos rojos en la peña y tampoco iremos a comer los churros recién hechos de la Mañueta.