XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


ESTRELLA DE TELEVISIÓN

ángel Novillo Sánchez De Pedro

Toda la vida en un ambiente rural, me gustaría conocer el brillo de la ciudad. Había otros mundos más allá que el campo. Aunque yo estaba a gusto en él. Era mi medio de vida. Pero siempre quiero ir más allá, cumplir un sueño aunque algunas veces puedan convertirse en pesadilla. Siempre quise ser estrella de la televisión, por eso cuando se me presentó la oportunidad no dudé en ir a la fiesta de San Fermín. Tendría mis dos minutos de gloria. Me fui a Pamplona con otros 7 amigos. El ambiente era formidable. Nos dirigimos  al corral de Santo Domingo. A las 8 de la mañana sonó el chupinazo. Salí el primero del corral y quería que me vieran en todo el mundo. Un toro va por delante de todo el grupo poniendo en peligro a los corredores a la vez que dar la oportunidad a los mozos de protagonizar bellas carreras. Al fin un toro, yo, soy estrella de la tele.  

POBRE DE ÉL

Angel Toribio Sevillano

Los noticiarios de todo el mundo abrieron su edición matinal con la imagen de un corredor completamente desnudo en medio del recorrido del encierro el segundo día. Quienes presenciaban el evento por televisión pudieron ver a ese hombre en pelotas en pleno directo. El cámara que emitía la señal desde la calle Estafeta tampoco pudo dejar de enfocar al señor sin ropa cuyo rostro transmitía evidentes signos de sorpresa. El propio protagonista inesperado de la rocambolesca historia estaba tan desconcertado que no recordaba que segundos antes había saltado desde un balcón y no podía pensar en otra cosa que no fuera que seis enormes astados se abalanzaban sobre él a toda velocidad. La mujer del improvisado héroe anónimo de los sanfermines tampoco daba crédito viendo a su marido en la pantalla de su iPad en ese estado tan deplorable cuando se suponía que estaba en un congreso en Barcelona. Y todo ocurría mientras otra mujer cubierta tan sólo con una sábana y de pie en un balcón de la calle Estafeta trataba de dar explicaciones a un señor vestido cuyo rostro transmitía evidentes signos de enfado. 

«¡NI EN SUEÑOS!»

ángel Navas Rodríguez

«Caliento ajeno a la multitud. Me golpeo pantorrillas y muslos. La cara también. ¡PUM! ¡Las ocho! El corazón late desbocado. La respiración se acelera. ¡PUM! ¡La manada ya ha salido! Doy saltos para ver mejor. Están llegando al Ayuntamiento. Tengo miedo. Estoy en peligro. Cada pequeño detalle puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Empiezo a trotar. He de coger la curva por dentro. Empiezo a correr. Los cascos de los toros resuenan en el aire, y un bramido amenazante provoca un escalofrío que recorre mi espalda. He de estar alerta. Cada paso es crucial. La manada se estrella contra el vallado. La sensación de vulnerabilidad es abrumadora. Enfilo Estafeta, y me aparto a un lado. Un torrente de alivio y gratitud me invade…
Pero algo va mal. Un toro negro se da la vuelta. Me mira. ¡Se arranca! ¡¡Me persigue!! ¡¡¡Nooooo!!!
-¡Tasio! ¿¡Estás bien?! -pregunta Emilia preocupa.
-¡He tenido una pesadilla horrible! -contesta Tasio respirando agitadamente.
-¿Quieres hablar de ello? -pregunta Emilia solícita.
-¡Nooooo! -dice Tasio rotundo. ¡Y otro día sin correr el encierro!…
-Prefiero que no lo hagas, cariño -dice Emilia -. Es peligroso.
-Si, bueno…, ya veremos… -balbucea Tasio, mirando de soslayo a Emilia, camino de la ducha…
 

AMOR NO CORRESPONDIDO

Angel Torrecilla García

Calles vaciadas desde que te perdí. Ya no estás conmigo, no salimos a pasear por los largos atardeceres de verano, ni nos sentamos en nuestro banco del parque. Ya no salimos a correr debajo de la lluvia ni comemos en nuestro restaurante preferido. Siento tu presencia donde no la hay. Te busco en cada rincón de casa, te huelo te siento, pero no te veo. Nos criamos juntos desde la niñez, jugamos, saltamos, nos reímos, lloramos y nos enamoramos. Amor a primera vista. Desde que te vi por primera vez, te metí en mi cuarto, compartí todo contigo, mis libros, cuadernos, lápices y rotuladores. Te pinte, te alimenté y te cure las heridas, eras todo para mí. Mas que cualquier familiar o amigo en esta tierra hostil y despreciable. Me defendistes de los enemigos, de los momentos más duros y tristes de mi vida. Cuando estuve enfermo con tu mirada me curabas, me alimentaba solo verte, como me cuidabas y no te movías de mi lado. Sentía tu cuerpo cerca del mío. Así es como gane a la enfermedad que injustamente te llevo al cielo de los inmaculados. Te echo tanto de menos mi querido peludo. Por fin comprendo que es un ser amado. 

MIS RECUERDOS DE SAN FERMÍN

ángel Carretero Rodríguez

MIS RECUERDOS DE SAN FERMÍN

Allí estaba yo, en Pamplona, el 7 de julio. El calor del sol hacía que las calles ardieran bajo mis pies, pero yo no podía dejar de pensar en lo que vendría después: la fiesta. Las calles se vestían de color y alegría, y la gente saltaba y cantaba al son de la música. Pero lo que más me emocionaba eran los encierros taurinos.
Los toros, unos animales majestuosos y peligrosos, corrían por las calles de Pamplona, mientras la gente huía aterrada, tratando de no ser alcanzada. Era una locura, pero una locura hermosa.
La fiesta, en medio de la adrenalina y el miedo, era algo único en el mundo. La gente venía de todas partes para experimentar las sensaciones de los encierros, para sentirse vivos, y experimentar ese subidón.
Pamplona se transformaba, se convertía en una explosión de color, de sensaciones, de vida. Los toros eran enormes, pero me emocionaban, me hacían sentir vivo.
Ahora, sentado en mi escritorio, no puedo evitar pensar en esa fiesta tan singular, donde el valor y la adrenalina eran la moneda de cambio. Son recuerdos que nunca olvidaré, una experiencia que nunca dejará de impresionarme. Yo diré siempre ¡viva San Fermín!