CARTA A LOS SANFERMINES: SANFERMINES A LA CARTA
David Torres Palacios
Esperados Sanfermines:
¡-
Seis!
Ilusión.
Blanco y ro-
jo. Almuerzo.
Amigos. Reen-
cuentros. Tu-
multo. Ale-
gría.
Pañueli-
cos. ¡¡Chupi-
nazo!! Desenfre-
no. Saltos. Vino. Pam-
plonesa. Ropa rosada. Pelos
envinados. Riau-riau. San Lorenzo.
Vísperas. Encierrillo. Plaza del Castillo.
Quisco. Gaitas y txistus. Torico fuego. Bo-
cadillos. ¡Fuegos artificiales! Calles pegajosas.
Siete. Calles relucientes. Madrugón ¿trasnochón?
Sueño o resaca. Dianas. Feria de ganado. ¡Primer
encierro! Bulls! Emoción. ¿Caídas? Buenas carreras.
Vaquillas. Churros. Mañueta. ¡Gigantes y cabezudos!
Procesión. Dantzaris. Misa San Fermín. Catedral. Momenti-
co. Mulillas. Primera corrida. ¡Sol! Sombra. ¡Juerga! Silencio.
Tendido plaza. Bebida. Comida. Toros. Toreros. ¡Salida peñas!
Ocho. ¿Corneado en Santo Domingo? Tómbola. Terrazas. Apar-
tado. Vermú. Maisonnave. ¡Pinchos! Juegos infantiles. ¿Dos ore-
jas? ¡Barracas! Noche, calles y bares llenos. ¿Kalimotxo o cerveza?
Amistad. Besos… Nueve. ¿Tres trasladados por contusiones?
Herri kirolak. Café Iruña. Hemigway. Labrit. ¡Partido pelota!
Conciertos. Diez. Ocho de la mañana. Cántico San
Fermín. Nervios. Periódicos. ¡Pum! Dos heridos por
asta. Nuevo Casino. Baile alpargata. Sorbete limón.
Gazteleku. Jotas Sarasate. Juegos infantiles. Once.
Caída de dos toros en Mercaderes. Día niños. Ofrenda
de flores. Espectáculos. Doce. Taconera. Puestecicos. Choznas.
Trece. Día mayores. Bonjour! Catorce. ¡¡Miuras!! Últimos
encierro, churros, vermú, corrida… Velas. ¡Pobre de mí!
P.S. Encierro de la villavesa.
DELICIAS EFÍMERAS
Dayhanne José Ureña Peralta
Perdido entre el laberinto de las calles de Pamplona, lo encontré. Recuerdo aquel instante perfectamente. Solo un instante, un fugaz instante que no cambiaría por todos los instantes que he vivido. Un giro inconsciente… y sus pupilas se estrellaron como un misil contra las mías. Así perdí la ceguera que se posaba sobre mis hombros. Y en la belleza de sus ojos encontré la chispa divina que tanto anhelaba. Y se detuvo el tiempo. El júbilo de la multitud, los encierros, los fuegos artificiales y el resplandor de su mirada iluminaron mi ser. Y recuperé la fe. Me arrodillé para agradecer a Dios por crear el mundo y por darme siete increíbles días de celebración. Juré mantener viva la llama recientemente encendida en mi interior. Sentí que Jesús, desde lo más alto del cielo, había instaurado bajo el cielo estrellado de Pamplona una muestra de aquel famoso reino que no era de este mundo. Entonces prometí ir a los Sanfermines el resto de mi vida. Y así, fugazmente, como acto de magia, siete días se fueron volando del mismo modo que los encontré: todo fugaz, todo rápido, todo se diluyó en la inmensidad dejándome con la miel en los labios hasta el próximo año.
SAN FERMÍN
Delia Beatriz Chinellato
Escribiría un romance, esta tarde, a San Fermín. Pero prosa se me pide y prosa se hará hasta el fin. Es que da para un poema la gran fiesta de Pamplona que, con roja algarabía, el loco entusiasmo, acciona.
Cuando el cohetazo estridente da comienzo a la jornada, gigantes o cabezudos pueblan las calles y plazas. Los tíos más animados en aquella fuente saltan, pero ninguno se olvida que a San Fermín se le canta.
En el encierro, los toros, corren tras las multitudes. Y en la plaza, los toreros lucen magnas aptitudes A mí la euforia me invade, ya no puedo contenerme…Mi frenética emoción redacta como demente.
¿Es esto poema o prosa? Me planteo la pregunta. Pero, la respuesta, no hallo, en mi raciocinio, oculta. Tampoco es un buen romance porque no mantiene rima ni respeta en su extensión la correcta preceptiva. Mezcladas con asonancia van algunas consonantes y no leo en cada línea, un verso, como es la clave.
Entonces pido disculpas por prometer una prosa y, sin embargo, exhibir esta delirante cosa.
¡Ah… cómo quisiera ser ese Hemingway vehemente (*) que describió con detalle EL SAN FERMÍN y su gente.
(*)Referencia a “The Sun Also Rise» – Ernest Hemingway.
LAS SIETE PALOMAS
Delia Rosa Troccoli Y Quiroz
Las siete palomas
Ellas se encontraban en lo más alto del techo de chapas verdes, la tranquilidad y el silencio del lugar, aletargaba el latir de sus diminutos corazones, sus vidas aburradas se reflejaban en sus tristes miradas.
En un acto de sublime amor: cada ángel arrancó una de las suaves plumas de sus blancas alas para vestirlas de gala.
Poco a poco, pluma a pluma, se veían cada vez más hermosas, tal experiencia fue invadiendo sus moradas de inusitada alegría.
Todas unidas en algarabía preguntaron:
—¿A qué se debe tal prodigio para con nosotras? —desde lo alto, se oyó la voz del Espíritu Santo:
—ustedes nacieron hace dos años y les tocó vivir la primera y tercera parte de sus vidas, en triste silencio, ¡alégrense! porque mañana será un gran día: Pamplona se vestirán de fiesta, Verán a muchas personas con ropa blanca y pañuelos rojos, celebrando la maravillosa y espectacular fiesta de San Fermín. Ustedes lucirán más blancas y bellas que nunca, aunque la mayoría de los concurrentes, estarán alborotados, disfrutando de la fiesta y solo unos pocos eleven sus miradas al cielo, ellos las verán en majestuoso vuelo, llevando el mensaje de amor y paz, que el mundo tanto necesita.
SAN FERMÍN DAME TU BENDICIÓN
Dely Mile Domínguez Perez
Pobre de mí. Pobre de mí. Pobre de mí. Me digo a mi mismo una y otra vez mientras me hallo con el montón de toros y cabestros esperando ir al matadero, porque creo que es eso, los rumores no apuntan sino hacia la muerte. Escucho a lo lejos la algarabía de los animales de dos patas y resoplo largamente. Los demás toros no entienden, y los cabestros ni se digan, aquellos arrodillados del carajo creen que vamos a desgarrar a los desgraciados de dos patas con algunas cornadas, pero estoy seguro que no, o sí, una que otra cornada si tenemos suerte, pero ¿luego qué? Vuelvo a resoplar, algo me rasca en el lomo y en la grupa y choco con el toro vecino que me devuelve el empujón sin pensarlo, bueno ¿acaso piensa? Los minutos pasan y escucho un estallido que nos coloca histéricos, las puertas se abren, los cabestros nos dirigen, qué más da, tras ellos, otro estallido para ponernos los nervios más de punta y a lo lejos los animales de dos patas se encuentran eufóricos y exaltan a grito herido a un tal san Fermín, quizás deba hacer lo mismo: ¡San Fermín dame tu bendición!