¡QUE BONITO SUEÑO!
Ekiñe Zaratiegui Iriarte
Abro los ojos, ¿El mundo se ha vuelto loco? Blanco y rojo, no hay más colores, ¿Será una simulación? Ando y ando, cada vez más gente, ¿Qué está pasando? Algo gritan y un estruendo en el cielo, la gente empieza a saltar, las lágrimas recorren sus caras, cantan, ríen, se abrazan. Que gente más rara. ¿Qué es eso que baila? ¡Gigantes! gritan los niños. Me voy de aquí. Algo se oye a lo lejos, ¿Qué será? Una multitud se acerca hacia mí, ¿Qué llevan en lo alto? Una sábana con dibujos, parece que lo pasan bien, me voy a unir. Otra vez un estruendo y muchos colores, el cielo se está rompiendo, ¿será el fin del mundo? Echo a correr, miro hacia atrás, ¿son toros? Sigo corriendo, veo la salida, ¿ajoarriero, patxaran? Me ofrecen comida y bebida, esta buena, me gusta. ¿Qué significa ´´peña´´? Les seguiré. Llegamos a una plaza, la gente baila y canta. Multitud de gente al unisonó ‘’Riau Riau’’, ¿Qué será eso? No sé dónde estoy. Gente de todas partes se unen, cantan, bailan, ríen, abrazan, comen, beben… y algo repiten ¡San Fermín!
¿Qué me pasa? No veo nada, abro los ojos, todo ha sido un sueño, pero que bonito sueño.
Y PARA TI, QUÉ SON
Elena Olivella
– A ver, Aitor, cómo le explicarías a Julián, que es de Extremadura y solo hace unos meses que vive en Pamplona, qué son los Sanfermines –le pregunta el maestro.
Aitor, se pone en pie, coge aire y responde sin pestañear y a toda máquina.
– Fiesta, alegría, colegueo, comer, reír, adrenalina, amistad, tradición, chupinazo, pregón, pañuelico rojo, mozos, mozas, encierros, Caravinagre, el cartel, gente, gente y más gente de aquí y de allá, gigantes, cabezudos, comparsas, música, fuegos artificiales, churros, kalimotxo, otra vez más gente, carrera de txingas, fuegos artificiales…
Aitor para un segundo para coger de nuevo aire y continua.
– …familia, correr, disfrutar, selfis y más selfis, la noria, aizkolaris, toros, más gente, los de siempre, los nuevos, los pintxos, los balcones, la calle Estafeta, el “Riau Riau”, universal, una pasada, molan mogollón, hype, fotos, fotos y fotos, redes, estar living, bienvenidos y bienvenidas todos y todas, el santo, el número siete, cantar el “Pobre de mí”…
– Stop, Aitor!- le dice el profesor, entre los aplausos de sus compañeras y compañeros de clase.
– Profe, que puedo seguir, eh, que hay más.
– No hace falta. Gracias Aitor. Creo que Julián ya tiene una idea de qué son los Sanfermines.
HISTORIA DE UN AMOR
Elena Bethencourt
El uno de enero le conocí en la plaza del ayuntamiento. Nada más mirarme con sus ojos oscuros como pozos, sentí el chupinazo en el corazón.
El dos de febrero, me besó delante de San Lorenzo y me juró amor eterno mientras las charangas llenaban de música el mundo a nuestro alrededor.
El tres de marzo, nos casamos en la capilla de San Fermín.
El cuatro de abril, corrió como el viento detrás de una novilla hermosa por la Estafeta. En el mismo centro de la plaza le vi mirarla como un día no tan lejano me miraba a mí.
El cinco de mayo, me enteré de que toda Pamplona le conocía como el Toro de fuego. La procesión ese año cambió la calle para ir por dentro.
El seis de junio, terminé por fin mi encierro, me sequé las lágrimas con el pañuelico y ahogué las penas en un calimocho.
El siete de julio, vino arrepentido y juró que si le daba otra oportunidad me haría muy feliz. Pero yo estaba ya con mi peña y no hice caso a su comparsa. Le grité “riau, riau, riau” mientras él, con el rabo entre las piernas, marchaba calle abajo entonando el “pobre de mí”.
EL COHETE DEL TATO
Elena Indurain Eraso
El Tato amaneció aquel 6 de julio con una energía inusual y tras engalanarse de blanco y rojo, salió directo hacia la Plaza del Ayuntamiento. A escasa media hora del chupinazo, el acceso era casi imposible. El aire olía a fiesta y nerviosismo. El Tato, que venía de lejos, alucinaba con las hordas humanas que le impedían tocar el suelo, abrazándose y saltando.
Debía aguantar ese día de julio para hacer el agosto. Al Tato le hubiese gustado ser cartero pero algún desalmado le puso un «-ista» de sufijo. Llegó la hora. Gritos a coro a San Fermín. Pañuelos rojos en alto y carne de gallina. Puuuum!! Y de pronto, una coctelera de champán y música sanferminera, momento ideal para sustraer la cartera de Mikel, abducido por la fiesta.
Éste le rodea el cuello con su brazo cual boa constrictor, llevándole en cuadrilla a la primera peña de la calle Jarauta. Una cerveza y luego otra… hasta acabar bailando al son de txistus y gaitas en la Plaza del Castillo. Tan especial le hicieron sentir, que decidió reponer el botín. Justo entonces comprendió que San Fermín con su manto a todos protege, y que se puede robar la cartera, pero nunca la alegría sanferminera.
«HEMINGWAY TENÍA RAZÓN»
Elena Rosa Salvador Beraza
Soy Fermín de Amiens, más conocido como San Fermín y doy nombre a una de las fiestas populares más famosas del mundo, “Los Sanfermines”. Aunque mi celebración es anterior al S.XII, su carácter medieval, comercial y religioso evolucionó sobrepasando fronteras.
Desde el internacional chupinazo que les da inicio, hasta el “pobre de mí” con el que finalizan, toda Pamplona se transforma en un lugar especial.
A los emocionantes siete encierros mañaneros con la plegaria que me dedican diariamente como protección ante los astados, a los vistosos trajes blancos con complementos rojos en memoria de mi martirio, las piadosas procesiones, las jotas, las vaquillas emboladas en la plaza de toros para regocijo de los corredores, al controvertido “Riau-Riau”, a sus gigantes, cabezudos y zaldicos, alegría de pequeños y grandes y a sus fuegos artificiales, hay que añadir el carácter amigable y abierto de sus habitantes.
Su Plaza del Castillo, plena de encanto, donde comer o tapear se convierte en auténtico placer. Las calles donde las peñas animan sin cesar y las que, con sus terrazas y hoteles, ofrecen delicias para disfrutar constantemente en la ciudad.
Soy un Santo feliz y agradecido. Hemingway y otros autores hicieron justicia al escribir sobre Pamplona. ¡Quien la conoce, vuelve!