PRIMER ENCIERRO.
Félix Gómez Cabrita
Siete y media de la mañana. Estás en la calle Estafetas, nervioso, vestido con tu camiseta blanca y tu pañuelo rojo. Ves amanecer en la preciosa capital navarra. Miras a tu alrededor y ves decenas, cientos de rostros con la misma expresión tensa que el tuyo. Respiras hondo. Es tu primer encierro, tu primer 7 de julio en Pamplona. Esperas que no se note. Te mueves inquieto después del primer cántico. Estiras las piernas, flexionas las rodillas. Segundo cántico. Los nervios aumentan, te sudan las manos. Te vas moviendo cada vez más nervioso. Intentas no pensar en nada, centrarte en tu respiración. Inspiras y expiras lentamente. Has visto cada encierro de los últimos años por televisión con mi padre. Sabes lo que tienes que hacer. Último cántico y revisas los cordones de tus zapatos, el móvil apagado y las piernas calientes. Suena el chupinazo y escuchas a los toros avanzar velozmente por las calles de Pamplona. Empieza el encierro. Empieza la acción.
ORIGEN
Felix Senis Diez
Aquel invierno duró tres años y fue el frío tan intenso en Invernalia que hasta los dragones, apagado el fuego de sus entrañas, se extinguieron. O…eso se creía porque hay quien habla de una ciudad al sur del muro en la que una estirpe de guerreros, sin armas ni armadura, se enfrentan a seres mitológicos en justas que duran 8 días. No hay premios, no hay honores. El galardón está en el desafío; aunque hoy, después de mi primer duelo, mi padre me ha honrado colgándome del cuello una medalla que representa al santo protector de la ciudad.
En el año 8556 de nuestra era, en este lugar del universo en el que habito, se empeñan en creer que somos hijos de una estirpe de dragones pobladores de un planeta remoto, hermoso y hoy vacío, y se han ido hasta allí en busca de evidencias.
Una hipérbole en el tiempo permite seguir la excavación a pesar de la distancia y, aunque los resultados no son demasiado alentadores, hoy han encontrado algo que resulta relevante: una talla de madera, recubierta por un manto de plata, con un inquietante parecido a la medalla que, generación tras generación, ha acabado colgando de mi cuello.
SIEMPRE LLEGA, SIEMPRE VUELVE
Fermin Unzu Rey
Puede que lo que siento y percibo esté distorsionado o puede que la realidad sea un sueño, pero existe un instante en el que todo es diferente. En mi deambular cotidiano es en el tiempo y en el espacio donde percibo la rutina del calendario, de las horas, de los lugares, de las personas y me parece que me encuentro inmóvil, atrapado en la inercia colectiva, hasta que una vez al año ese tiempo y ese espacio me transforma a mí y a mi entorno, invadiéndome el bullicio, la calle, la fiesta, la alegría de la Fiesta. Es un nuevo universo donde puedo respirar, reír, compartir, observar, alucinar,…, y vivir, vivir momentos que durante el resto de mi existencia se evaporan a la velocidad de la luz. Debe ser mi traje de superhéroe teñido de rojo y blanco que atrae hacia mí, los superpoderes que me habilitan para flotar en este nuevo espacio, viviendo y reviviendo un tiempo de magia que comienza con el estruendo de un txupinazo y que termina en un sueño de fantasía que me adormece en la esperanza de que esta explosión de agitación y gozo siempre acaba por llegar y siempre vuelve.
NEGOCIACIÓN Y SUERTES
Fernando Palacios Agrela
Aquel año, sólo unos pocos lo sabemos, la manada de toros y cabestros estaban decididos a ir a la huelga. Las promesas incumplidas respecto a la reparación del pavimento de las calles y el comportamiento de algunos corredores, cada vez menos respetuosos con las normas establecidas tácitamente desde hacía décadas, conformaban el grueso de sus quejas.
Designaron a Peligro, uno de esos miuras que amenazan tormenta, portavoz en la Asamblea con la Organización. Por supuesto, se celebró al amparo de la noche, a escondidas de cualquier curioso que pudiera descubrir la verdad oculta a lo largo de generaciones.
Peligro y dos formidables cabestros por la parte animal, el Presidente y dos Vocales de Festejos por la contraria. La negociación arrancó con un violento embiste del Miura, al que el Presidente engaño por chicuelinas. Y así transcurrió la noche, Peligro arremetiendo con trapío y su némesis alardeando con todo tipo de suertes. Algún susto hubo. Al amanecer dieron por concluida la reunión. Ambas partes cedieron para cerrar un acuerdo.
A las doce del mediodía del 6 de julio, arrancaron los festejos con el solemne chupinazo.
EL RUMOR
Fernando López Merlos
El rumor se extendió como la pólvora, y hasta los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia. Hubo quién lo vio en el balcón del ayuntamiento, dando fuego a la mecha; alguien afirmó que, tras el chupinazo, bajó a la plaza y se mezcló con la gente; también lo vieron con un grupo de americanos libando chacolí en una taberna de Estafeta. A la mañana siguiente advirtieron de su presencia en la calle Mayor, esquivando pelotazos de kilikis y zaldikos; por la tarde, en los tendidos de la Monumental y, alguna hora después, (ubicuo él) corriendo el toro de fuego en la Cuesta de Santo Domingo. Hasta fue distinguido en uno de los conciertos de la Plaza de los Fueros. El último día, antes de recoger a los Miura, se comenta que comía churros por Mañueta. Y no fue hasta el filo de la madrugada, vestido de dandi, jipijapa de sombrero y mocasines impolutos en los pies, que se dejó ver alzando orgulloso su pañuelico rojo, mientras entonaba el “¡Pobre de mí!” con un acento notablemente extranjero. Y la gente le saludaba, y el tipo, dibujando una amplia sonrisa, respondía a todos doblando con fuerza las erres: “Riau, riau”.