XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


«CORAJE Y ASTA»

Francisco Barranco

Se despertaron temprano,se anudaron los pañuelicos,ya oxigenan y flexionan Estafeta arriba. Las gargantas saborean un incipiente amargor al último trago de café. Carraspean y tragan los resquicios de saliva del miedo.La calle respira a humedad y a aceite requemado,que hace que las gargantas se aprieten y se resistan a cualquier vahído inquietante.Se habla en voz baja,casi se escucha una oración votiva y se abrazan como soldados abiertos al combate. El miedo entra por tus pies en un ímpetu mecánico como una fórmula matemática,se adhiere a tu piel en diminutas esquirlas y puede convertirse en una concha o molusco lento y torpe. No es hora de que el pavor se resista al coraje. Ahora se sube el tono de voz,se vocifera como si se quisiera despegarse de ese enchufe eléctrico y fatal.
Los portones rugen,los bramidos ponen en alerta encogiendo músculos;las miradas quedan expectantes. Los semanarios en cuádriceps hacen de despertador letrado. El estallido festivo adorna un cielo impoluto,mientras el corazón comienza a latir entre mugidos y salivajos a la razón de una carrera casi agónica. 

EL MORLACO

Francisco Artacho Arjona

Al tomar la curva en ángulo recto, entre Mercaderes y Estafeta, llevados por la inercia de la carrera, tres astados se estrellaron contra el vallado y la pared, cayendo al suelo. Dos de ellos se levantaron rápidamente y continuaron la marcha, pero el tercero se quedó suelto. Era un morlaco enorme, que debería pesar seiscientos kilos, negro entrepelado y bragado. Sus ojos encontraron por primera vez a los de Manolo “El Antequerano”, que estaba detrás de la valla. Y el matador sintió un escalofrío al ver que aquel animal se le enfrentaba, retándole al duelo a muerte que iba a tener lugar horas después, en la plaza.
Sus ojos eran dos rojas llamaradas, enormemente inteligentes. No había odio ni pasión en ellos, solo una furia incontenible. Lejos de amilanarse por la tortura a la que estaba siendo sometido, su mirada se inflamaba más y más, buscando la del matador para demostrarle su superioridad.
Pero cuando “El Antequerano” se dio cuenta de que aquel toro se estaba dejando engañar para engañarle a él, ya era demasiado tarde. Lo comprendió mientras se desangraba en la camilla, camino a la enfermería, con la femoral deshecha por la terrible cornada.
El morlaco había ganado la batalla.
 

CIEN LADOS

Francisco Parralejo Babiano

Nueve días para encontrarte. Al anudarme el pañuelo al cuello retomaré la búsqueda. Sí, ese tiempo que dedico cada año a barruntarte. Y este será el definitivo porque sé que me esperas desde hace mucho tiempo. Dos minutos antes de las doce miraré a cien lados.
Cerraré mis ojos y acomodaré los oídos a las miles de voces que sembrarán de alboroto la Plaza del Ayuntamiento. Intentaré notar tu latido y conseguiré que tú intuyas el mío. No necesitaré moverme y ya sabes que tampoco podré hacerlo.
¡San Fermín! ¡San Fermín! Ruge la Plaza…
Cuando el txupinazo inunde ese momento de algarabía, euforia y pólvora, la expectante y maravillosa marea va a trasladarme a tu lado.
¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermín!…
Si no es hoy, será mañana o quizá dentro de dos o tres días. Pero este es el año. Como siempre, Pamplona bullendo. Plena de hermosa vida. Los milagros campando por doquier buscando logros.
El santo está de mi lado, mi fe es enorme y tengo la certeza absoluta de que por fin vamos a encontrarnos.
¡Un momento!… ¡ahí estás!
En el balcón.… el cohete lo lanzaste tú… y después me miraste, reconociendo mi alma entre miles de ellas.
Pobre de mí.
 

MIS FRONTERAS INTERIORES

Francisco Sacristán Romero

¿Qué quién soy? Soy muchas cosas, al menos eso me parece a mí. Una mente inquieta y curiosa, llena de dudas y preguntas que, a veces logra respuestas y otras, las busca hasta no poder más. Posiblemente, lo suficientemente terco como para romper muros (en todos los sentidos). Soy de los que observa antes que sólo ver. Hablo bastante, pero escucho aún más.

Creo ser una mente positiva, siempre voy sonriendo. Prefiero las sonrisas a las lágrimas, así que a ratos intento convertirme en un payaso sin miedo al ridículo. Las locuras tampoco me avergüenzan y sinceramente no suelen escasear. Dispuesto a aventurarme a cualquier cosa, la zona de confort está bien, pero lo diferente está mejor.
Me siento a gusto haciendo lo que hago cada día y no me arrepiento de nada. Cada error es un examen que nos pone a prueba y yo trato de mejorarlos. Todos los momentos malos pueden llevar a uno bueno y mejor, solo hay que observar detenidamente.
Aquella noche de viernes al sábado, dispuesto a divertirme y pasar un rato agradable, lo que no sabía es que allí, esa noche conocería a una persona especial, mi querida Carmen. Quedaría nuestra ASIGNATURA PENDIENTE
 

LA ESPAÑOLADA

Francisco Javier álvarez Castro

de nuevo, la españolada se hizo realidad. un año más.