XIV Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LA CIUDAD SOÑADA

Jesús González Francisco

El joven que muchos años después se quitará la vida en su rancho de Idaho, corre alborozado delante de los toros, acompañado por decenas de jóvenes como él, repletos de una adrenalina pura y singular, excitados por el alcohol y el olor enervante del riesgo. Quiere retener en su memoria la algarabía provocada por la estampida de los astados y reescribirlo una y otra vez hasta que adopte una forma literaria perfecta: los aromas acres del sudor y el vino, los gritos de la muchedumbre enfervorecida, el latido desenfrenado de su corazón, la sensación de hermandad entre corredores, la luz del sol golpeando con furia sobre el pavimento… lo contará cientos de veces, lo revivirá una y otra vez, lo echará de menos el resto de su vida.
El escritor prematuramente envejecido, embotado por los excesos, dirige el arma hacia sí mismo. Es un día caluroso y seco, como los que vivió en Pamplona, cuando la vida estaba aún por desvelarse. Sobre la mesilla descansan las entradas para la Feria del Toro a la que ya no acudirá.
Lo último que escucha antes de la detonación es el estruendo de las pezuñas hiriendo el asfalto de la ciudad soñada.
 

¡POR FIN!

Jesús Blanco González

No puedo más, ¡hasta aquí hemos llegado!
¡Lo siento! Son muchos años cediendo, comprendiendo, poniéndome en tu lugar, autoconvenciéndome que era lo mejor, pero…lo mejor ¿para quién?
Estoy desesperada, agotada. Una y mil veces luchando para que no fuera así. Lo he intentado de muchas maneras: aportando una mirada desde los sentimientos, desde nuestras raíces, desde la razón, el pasado, el presente, el futuro, la familia…desde lo más profundo, desde lo más mundano… y ninguna ha servido.
Ya he soportado demasiado dolor, demasiadas tensiones, demasiadas frustraciones. Horas, días sin dormir, para finalmente, volver a lo mismo. Es como vivir la vida de otras personas. Vivir desde un cristal, sin poder tocar lo que hay al otro lado, pero sabiendo que lo quieres.
Todavía tengo años por vivir, todavía puedo descubrir nuevas experiencias, siento que hay tantos momentos que me he perdido, que no quiero perderme ni uno más. He intentado convencerme, ya sabes, lo que por ahí te dicen: tienes lo necesario, puedes seguir igual, no es tan duro, tampoco es para tanto, mira lo que pierdes, piensa en…
¡Que no!
¡Que este año no nos vamos a la playa!
¡Que este año nos quedamos, que sí, nos quedamos en San Fermín!
¡Por fin!
 

¡ VA POR TÍ LUISITO ¡

Jesús Solano Calvo

Sentado en una de las esquinas frente al cristal que nos enseña la calle, Luis remueve ensimismado la cucharilla de la taza de café. Sus ojos inundados por lágrimas de la nostalgia a punto de precipitarse sobre los pómulos cansados de recordar , de añorar aquello que ya casi parece no haber existido. Luis siempre llevó su tierra en el corazón, pero la vida le condujo a la Meseta Castellana a dirigir una empresa dedicada a la compra y distribución de forraje para animales, concretamente alfalfa . De carácter genuinamente navarro, alegre, cachondo, con la txapela negra como bandera, querido por el paisanaje.
El sonido de una charanga en la calle le estremece, su pensamiento viaja años atrás, cuando paseando con su desaparecido Luisito se detuvieron delante del escaparate de uno de aquellos comercios antiguos, de lunas redondeadas y donde lucía sobre la silueta de un maniquí el fajín y la txapela rojos como la sangre agitada de los mozos durante los encierros Sanfermineros. Luisito levantó su manita señalando hacia el maniquí, papá Luis entró a la tienda y compró el primer atuendo pamplonica al niño de sus ojos.
Un accidente de coche en plena juventud segó la vida y los Sanfermines a Luisito. 

DÉ FERMÍN A SAN FERMIN

Jesús Garrido Gallego

Nací el 7 de Julio y el cura me puso de nombre el santo del día. Pasaron décadas y pude conocerte un día de viaje por Pamplona. En la catedral tome el lápiz y te dibuje. Sobre el papel aparecieran tus rasgos de obispo, con su majestuoso báculo, que cobró vida y golpeó mi cabeza, en aquel momento en que sonó el tercer cohete y aquellos corredores cantaron a una , el mítico cántico , emocionado y tembloroso, mientras alguien abría la puerta de la fiesta que tanta curiosidad y emoción despertaría en Ernest Heminway. Mi corazón explotaba en la carrera y casi llegando a la curva de la Estafeta caí al suelo y me vi pataleado, por aquel tropel, entre gritos que partían de los balcones, Nadie sabía de mi vida y de mi obra ,pero manos amigas me recogieron y me levantaron y hasta creo recibí el beso emocionado de aquella chica mientras me decía: !Que suerte has tenido! !ha puesto su mano San Fermin! . Yo no entendí nada, era el ministro de la Gobernación y tod@s se reían de aquel espectacular revolcón taurino. Bueno tod@s , menos la chica que me diò aquel beso de cine, que hoy está conmigo. 

¡ADIVINA QUIÉN VA A LOS SANFERMINES!

Jesús Resano

– ¡Eh, rubio! Adivina quién se va a los Sanfermines este año.
– ¡No fastidies!
– Sí, rubio. Me voy con unos conocidos a correr el encierro.
– ¡Lavin! Por algo te dicen Venturoso ¿No?
– ¡Ja,ja,ja!
– ¿Con quién vas? ¿Los conozco?
– ¡Digo! Esos con los que suelo ir a comer. Todos de Lora. Pero también viene el listón ese que tengo entre ceja y ceja…
– ¿El de las mechas?
– Él dice que que es natural pero, natural o teñido, más jartible no puede ser. Como tiene buena planta se cree mejor que los demás. Pues conmigo se equivoca. Qué yo tampoco soy un tirillas. Así que, como llegue pavoneándose, le viá…
– ¿Cómo es que va con vosotros?
– Ya sabes, illo. Viaje organizado para seis… Iba a venir Paquito… Pero se hizo daño en el pie… Al final nos han encasquetado al listón.
– ¡Al carajo! ¡Tú a disfrutar! Ya me gustaría a mí…
– Pues sí. Igual hasta me quedo a vivir allí. Pamplona debe de ser genial. De los que fueron el año pasado no volvió ni uno…
– ¡A ver! Allí a los toros se nos quiere una jartá.